Cuentos de mar y tierra
POR CARMEN GRACIELA
DÍAZ Especial El Nuevo Día
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D esde niño, la valentía se le salía por
los ojos a Ramón Power y Giralt. Por su mirada estoica en el naufragio del que
se salvó a sus 12 años y que José Campeche pintó en la obra El salvamento de
don Ramón Power intuimos que ya había un héroe en ciernes. El que se
convertiría, como algunas fuentes apuntarían, en el hombre de pocas pero
efectivas palabras que empezaría su ruta en el mar para luego afianzarse a la
tierra como diputado puertorriqueño y vicepresidente de las cortes de Cádiz.
Como afirma el historiador Arturo Dávila, estudioso durante décadas de
Power, si bien hay una gama de asuntos por escudriñar de quien formó parte de la
histórica Constitución de Cádiz de 1812, la investigación en torno a esta figura
ha sido compleja por la poca documentación que se tiene al respecto.
Sin
embargo, las fuentes disponibles y variados esfuerzos investigativos permiten
explorar aspectos de Power más allá del que sería nuestro primer constituyente.
"Es el primer héroe criollo, el que nos puso el término compatriota en el mapa
político", dice el licenciado y profesor de derecho Héctor Luis Acevedo,
conocedor del legado de Power y del servidor público que "se jugó la vida
defendiendo nuestras causas".
Aquel puertorriqueño, por su carrera naval
y política, estaba matizado por los postulados y las experiencias de vida que
puede tener un hombre entre dos siglos, el XVIII y XIX, como afirma Dávila.
"Por la vida del marino y también por las ideas de la época,
probablemente ya participaba de las ideas de la Ilustración y es probable que
fuese, como diríamos, un personaje que en materia de moral estaba liberado",
menciona Dávila.
Dice la sabiduría popular que el marinero tiene novia
en cada puerto, pero en el caso de Power, el viento y el mar le trajeron un amor
del que se sabe poco. Relata Dávila que en San Juan hubo una muchacha con la que
tuvo una relación de la que nacieron tres hijos.
"Como buen marino, como
pasó toda su juventud, desde los 12 años, en la mar hasta 1801, momento en el
que llegó a puerto y cuando se quedó en Puerto Rico, empezó la relación con esta
muchacha sobre la que hay apenas noticias ligerísimas", manifiesta Dávila en
torno a la mujer de la que todo apunta a que venía de una familia francesa de
condición muy humilde.
De acuerdo con el historiador, uno de los
descendientes de Power fue el tipógrafo del siglo XIX, Pascasio Sancerrit, quien
llevaba el apellido de la madre de los hijos de Power. "Él venía a ser nieto de
Ramón Power ", dice al comentar que deben haber descendientes de él en Puerto
Rico, porque los que hay son de su hermano, José. ANILLO, PATRIA Y MUERTE La
fogosidad pública no se puede separar de quien, aparte de sus hazañas militares,
se enfrentó a figuras como el gobernador Salvador Meléndez Bruna en nombre de
sus ideales y de su representación de Puerto Rico.
"Distingo su valor de
denunciar en las Cortes de España las facultades omnímodas de Meléndez. Es un
discurso en el que denuncia el despotismo con una lengua que no es de
genuflexión. No le tiene miedo al poder. Eso le cuesta la muerte, y se cumple la
profecía del obispo Juan Alejo Arizmendi, de que debía defender con su vida en
devoción a sus súbditos", resalta Acevedo sobre el precio que pagó Power con el
acoso de Meléndez, que se manifestó en actos como la obstaculización de sus
remesas aparte de la fiebre amarilla que le provocaría la muerte en Cádiz.
Sin embargo, en medio de la penuria, el fin de su vida no le sorprendió
solo. Comenta Dávila que el diputado "tenía un buen amigo, Miguel Ramos Arizpe,
un sacerdote mexicano con gran corazón que había padecido la fiebre amarilla.
Había sobrevivido, estaba inmunizado y por eso le asiste". No tuvo cerca a su
familia, pero como señala el historiador, Power tuvo amigos como Arizpe y su
secretario, Esteban Ayala.
De otro lado, un capítulo con el que unos
imaginan a Power es mediante el gesto de Arizmendi de entregarle su anillo
episcopal de topacio y diamantes para que representara dignamente a Puerto Rico
en las Cortes españ o l a s.
En referencia a ese hecho, como escribe
Dávila en su artículo publicado en el Boletín de la Academia Puertorriqueña de
la Historia, El anillo del Obispo, "el 16 de agosto de 1809, a eso de las
diez de la mañana, ocurrió en la sala capitular de la Catedral de San Juan un
hecho que ha pasado a la historia como el primer momento de la conciencia
patria". Según dicho escrito en el que se cita al secretario de Cabildo, esta
escena le produjo a Power "señales de ternura que brotaron a sus ojos".
El presente propone la expectativa de que Power retorne a casa con la
esperanza de que muchos se animen a indagar en su historia.
"Es de
resaltar su devoción al servicio a Puerto Rico y España. Dedicó 15 años en la
Marina y tres años y pico desde que lo nominan en las Cortes de Cádiz, a causas
más grandes que las propias", apunta Acevedo en torno a ese desprendimiento que
ha sido documentado desde antaño por personajes como Alejandro Tapia y Rivera.
Pero, a 200 años de su muerte, ¿acaso ha habido quienes hayan seguido,
de algún modo, su legado? Según Dávila, "todas aquellas figuras que trataron de
conseguir que un constitucionalismo digno rigiese la vida de Puerto Rico son
sucesores de la tarea de Power" y cita a nombres como Román Baldorioty de
Castro, Segundo Ruiz Belvis, José Julián Acosta y Eugenio María de Hostos.
Con Power ya más cerca, las emociones habitan en muchos por esa
sensación de que se vivirán instantes fundamentales para la historiografía y la
identidad nacional.
"Este sábado se reúnen el constituyente del siglo
XIX con los constituyentes del siglo XIX en la rotonda del Capitolio", termina
Acevedo aludiendo al arribo a San Juan de los restos de Power, ese hecho que le
provoca declarar que "el pueblo y las generaciones jóvenes tienen derecho a su
historia y a sus héroes".
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