martes, 26 de septiembre de 2023

A veces llegan cartas

 A veces llegan cartas

            La obra literaria Humacao: cartas y telegramas (1936-1948) nos traslada a la dura época que vivió el pueblo durante este duro periodo histórico.  A través de esta obra, el historiador humcaeño,  Dr. Miguel Correa nos remonta en el tiempo para que podamos observar bien de cerca los entretejidos de paisajes sociales llenos de una viva historia social.  Nos sacude la sensibilidad humana  los emotivos reclamos, suplicas y demanda de un pueblo que vivió momentos de escasas limitaciones y penumbras.  

                        El Dr. Correa nos lleva de su  mano investigativa para que nos sumerjamos en esta época que les tocó vivir a los humacaeños. La historia se registra a través de una  selección de cartas y telegramas  que nos testimonian los temores, resignaciones y las  esperanzas del pueblo.

 Nos recuerda el autor que las esperanzas estaban todas puestas en un líder que respiraba y alimentaban unas ilusiones de un futuro promisorio. Se agenciaba a su paso el respaldo del pueblo. Ese líder al cual el pueblo de Humacao como el resto del país deposito su confianza lo fue don Luis Muñoz Marín. En el 1938 funda el PPD y ya para el 1940  logra llegar a la presidencia del Senado y se convierte en la principal figura en la política puertorriqueña.

            Desde su puesto en el  Senado Muñoz promueve grandes cambios de naturaleza social y económica. Su llegada a la silla coincidió con  la coyuntura del Nuevo Trato. Se diligencia importante cambios como la reforma agraria, se energiza la isla, se establece la Junta de Salario mínimo. En Humacao se reorganizó el sistema educativo, el sistema de comunicación y el cuerpo de bomberos y de seguridad policíaca. Se designaron los nombres de las calles, se desarrollaba un comercio local que comienza a florecer.

 

            Sin lugar a dudas Muñoz cada vez más se entroniza en el poder cual adalid del progreso y promotor de cambio. Surge como una alternativa a las gastadas figuras políticas de  la época.  Se asoman movimientos de cambios estructurales en la economía movido por una política de incipiente industrialización.

            La figura de Muñoz es interesante porque no solamente es el pueblo quien lo considera como su salvador sino que el mismo a si lo dice. Recordemos su famosa frase “The destiny of Muñoz Marín and the destiny of Puerto Rico are inseparable¨. 

De  manera que esos años de 1935 a 1940 es un periodo donde la política norteamericana intento disminuir el desasiego social y la amenaza de los obreros y el Partido Nacionalista.  El pueblo pone totalmente la confianza  en Muñoz.  Su predica se centra en lograr que el pueblo despierte. Muñoz interpela al pueblo. Es el promotor de la PRERA  y la PRA. Visito los barrios de Humacao, converso en el batey con los jíbaros. Recordemos que en Humacao contaba entre otros con el liderato de Dionisio Casillas. Le pedía el voto al pueblo para llevar al pueblo su máxima de Pan, Tierra y Libertad.  Como el señalaba iba en contra de los colmillús y los intereses ausentistas del azúcar que dominaban al país.

            Ese es el escenario económico  donde se asomaban aires de cambios e innovaciones, donde el gobierno es el principal gestor a través de reformas institucionales. En Humacao al igual que todo PR se comienza a sentir los efectos de la industrialización.  Como sabemos la agricultura comienza a perder su importancia económica.

            Es dentro de ese marco de súbitos cambios que al autor nos mueve a mirar la situación social del pueblo de Humacao.  Estos cambios que se advierten todavía estaban amarrados a los vestigios de la vieja clase dominante y a la de los  políticos inescrupulosos que intentaban mantenerse en el poder.

           

            Miguel Correa recurre a su profunda sensibilidad histórica para sacudirnos con los hallazgos sociales que nos develan estos documentos. Nos introduce por las calles de un pueblo donde a su paso se percibe  el dolor que sufre la gente de carne y hueso ante la situación de pobreza extrema de la época. Observamos con transparencia grafica a un pueblo plagado de sufrimiento. Escuchamos el grito de reclamo de justicia contra la miseria y mendicidad en la cual el sistema socio-político imperante mantenía al pueblo.

            De esta manera nos enteramos de los reclamos del pueblo al Senador Luis Muñoz Marín en asuntos como servicios de agua potable, salud, vivienda. Le cursan carta solicitando ayuda particular para enfrentar los embate de la pobreza sobre todo durante el periodo de la guerra.  Otros asuntos que los humacaeños  trajeron a la atención del Senador lo fue la situación económica. Se le planteo  la situación de  las centrales azucareras,  el puerto de Punta Santiago, la reforma contributiva, la situación de la construcción y de las carreteras.

Los reclamos de los obreros y la denuncia por las injusticias de parte los opresores e inescrupulosos que abusaban de la gente humilde del pueblo fueron otros de los asuntos que se le comunica a Muñoz. Como señala el Dr. Correa “Por estos y otros motivos las cartas y telegramas enviadas al Capitolio servían de catarsis a sus miserias colectivas”.

Dentro de ese escenario surge la figura imponente del padre Juan Vicente Rivera Viera.  El padre mostró su fortaleza de carácter, entereza moral y firmeza en la defensa de su pueblo. Se convierte en el portavoz de sus sueños y levanto la voz a favor del oprimido. La riqueza espiritual que vestía.

Merece atención aparte la manera como encausas sus peticiones. Refleja un compromiso social y espiritual sin igual. Sus cartas están llenas de amor por el prójimo. Mostró un afán inagotable por el desarrollo de su pueblo en dimensión social, política y cultural.  Toma como norte hacer tangible la situación de opresión que sufría el pueblo.

El padre Rivera gesta toda una obra admirable. Dedica energía a causas más humanas del pueblo, todas ellas centradas en la búsqueda de la justicia y el fortalecimiento por la devoción que le unía a su pueblo.  Sin lugar a duda su gestión abarca una dimensión sociológica digna de estudiarse con detenimiento.

 

Ya para concluir diremos que esta obra del amigo  Miguel Correa es una aportación a la riqueza de la historiografía puertorriqueña.  Nos permite observar la historia de vida de un pueblo.  Como nos dice Fernando Picó “pero esperar a que estos temas dejen se tener actualidad para entonces abordarlos historiográficamente es abandonar el cometido mismo de la historia, que es tratar de comprender el pasado y para poder entender el presente”.

 

Por: Prof. Félix Báez Neris

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