A veces llegan cartas
La obra literaria Humacao:
cartas y telegramas (1936-1948) nos traslada a la dura época que vivió el
pueblo durante este duro periodo histórico. A través de esta obra, el historiador
humcaeño, Dr. Miguel Correa nos remonta
en el tiempo para que podamos observar bien de cerca los entretejidos de paisajes
sociales llenos de una viva historia social. Nos sacude la sensibilidad humana los emotivos reclamos, suplicas y demanda de
un pueblo que vivió momentos de escasas limitaciones y penumbras.
El Dr. Correa nos lleva de su mano investigativa para que nos sumerjamos en
esta época que les tocó vivir a los humacaeños. La historia se registra a
través de una selección de cartas y
telegramas que nos testimonian los
temores, resignaciones y las esperanzas
del pueblo.
Nos recuerda el autor que las esperanzas
estaban todas puestas en un líder que respiraba y alimentaban unas ilusiones de
un futuro promisorio. Se agenciaba a su paso el respaldo del pueblo. Ese líder
al cual el pueblo de Humacao como el resto del país deposito su confianza lo
fue don Luis Muñoz Marín. En el 1938 funda el PPD y ya para el 1940 logra llegar a la presidencia del Senado y se
convierte en la principal figura en la política puertorriqueña.
Desde su puesto en el Senado Muñoz promueve grandes cambios de
naturaleza social y económica. Su llegada a la silla coincidió con la coyuntura del Nuevo Trato. Se diligencia
importante cambios como la reforma agraria, se energiza la isla, se establece
la Junta de Salario mínimo. En Humacao se reorganizó el sistema educativo, el
sistema de comunicación y el cuerpo de bomberos y de seguridad policíaca. Se
designaron los nombres de las calles, se desarrollaba un comercio local que
comienza a florecer.
Sin lugar a dudas Muñoz cada vez más se entroniza en el
poder cual adalid del progreso y promotor de cambio. Surge como una alternativa
a las gastadas figuras políticas de la
época. Se asoman movimientos de cambios estructurales
en la economía movido por una política de incipiente industrialización.
La figura de Muñoz
es interesante porque no solamente es el pueblo quien lo considera como su
salvador sino que el mismo a si lo dice. Recordemos su famosa frase “The
destiny of Muñoz Marín and the destiny of Puerto Rico are inseparable¨.
De manera que esos años de 1935 a 1940 es un
periodo donde la política norteamericana intento disminuir el desasiego social
y la amenaza de los obreros y el Partido Nacionalista. El pueblo pone totalmente la confianza en Muñoz. Su predica se centra en lograr que el pueblo
despierte. Muñoz interpela al pueblo. Es el promotor de la PRERA y la PRA. Visito los barrios de Humacao,
converso en el batey con los jíbaros. Recordemos que en Humacao contaba entre
otros con el liderato de Dionisio Casillas. Le pedía el voto al pueblo para
llevar al pueblo su máxima de Pan, Tierra y Libertad. Como el señalaba iba en contra de los
colmillús y los intereses ausentistas del azúcar que dominaban al país.
Ese es el escenario económico donde se asomaban aires de cambios e
innovaciones, donde el gobierno es el principal gestor a través de reformas
institucionales. En Humacao al igual que todo PR se comienza a sentir los
efectos de la industrialización. Como
sabemos la agricultura comienza a perder su importancia económica.
Es dentro de ese marco de súbitos cambios que al autor
nos mueve a mirar la situación social del pueblo de Humacao. Estos cambios que se advierten todavía
estaban amarrados a los vestigios de la vieja clase dominante y a la de los políticos inescrupulosos que intentaban
mantenerse en el poder.
Miguel Correa recurre a su profunda sensibilidad
histórica para sacudirnos con los hallazgos sociales que nos develan estos
documentos. Nos introduce por las calles de un pueblo donde a su paso se
percibe el dolor que sufre la gente de
carne y hueso ante la situación de pobreza extrema de la época. Observamos con
transparencia grafica a un pueblo plagado de sufrimiento. Escuchamos el grito
de reclamo de justicia contra la miseria y mendicidad en la cual el sistema
socio-político imperante mantenía al pueblo.
De esta manera nos enteramos de los reclamos del pueblo
al Senador Luis Muñoz Marín en asuntos como servicios de agua potable, salud,
vivienda. Le cursan carta solicitando ayuda particular para enfrentar los
embate de la pobreza sobre todo durante el periodo de la guerra. Otros asuntos que los humacaeños trajeron a la atención del Senador lo fue la
situación económica. Se le planteo la
situación de las centrales
azucareras, el puerto de Punta Santiago,
la reforma contributiva, la situación de la construcción y de las carreteras.
Los reclamos de los
obreros y la denuncia por las injusticias de parte los opresores e
inescrupulosos que abusaban de la gente humilde del pueblo fueron otros de los
asuntos que se le comunica a Muñoz. Como señala el Dr. Correa “Por estos y
otros motivos las cartas y telegramas enviadas al Capitolio servían de catarsis
a sus miserias colectivas”.
Dentro de ese escenario
surge la figura imponente del padre Juan Vicente Rivera Viera. El padre mostró su fortaleza de carácter,
entereza moral y firmeza en la defensa de su pueblo. Se convierte en el
portavoz de sus sueños y levanto la voz a favor del oprimido. La riqueza
espiritual que vestía.
Merece
atención aparte la manera como encausas sus peticiones. Refleja un compromiso
social y espiritual sin igual. Sus cartas están llenas de amor por el prójimo.
Mostró un afán inagotable
por el desarrollo de su pueblo en dimensión social, política y cultural. Toma como norte hacer tangible la situación
de opresión que sufría el pueblo.
El
padre Rivera gesta toda una obra admirable. Dedica energía a causas más humanas
del pueblo, todas ellas centradas en la búsqueda de la justicia y el
fortalecimiento por la devoción que le unía a su pueblo. Sin lugar a duda su gestión abarca una
dimensión sociológica digna de estudiarse con detenimiento.
Ya para
concluir diremos que esta obra del amigo Miguel Correa es una aportación a la riqueza
de la historiografía puertorriqueña. Nos
permite observar la historia de vida de un pueblo. Como nos dice Fernando Picó “pero esperar a
que estos temas dejen se tener actualidad para entonces abordarlos
historiográficamente es abandonar el cometido mismo de la historia, que es
tratar de comprender el pasado y para poder entender el presente”.
Por: Prof.
Félix Báez Neris
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