Mi reflexión sobre el paso de Fiona por Humacao
Félix Báez Neris
Docente Jubilado de la UPRH
El sábado, 17 de septiembre 2022, en la tarde comenzó el cielo de Humacao a mostrar un derroche de tonalidades grises. Unos aguaceros adelantados daban aviso de la cercanía de Fiona. El domingo, 18 de septiembre 2022 comenzó el embate de los vientos y lluvia. Las palmas frente a mi casa bailaban como si escucharan el ritmo pegajoso de Bad Bonny. El monte de Mabú parecía pertrecharse protegiendo el litoral y mirando hacia sus hermanas la Barbera y la Loma de la Niña Mariana. Los árboles se abrazaban ante las embestidas de las fuertes ráfagas de vientos y lluvias, las golondrinas volaban sobre los yagrumos que anunciaban que el huracán era inminente virando sus hojas. La lluvia cambiaba su curso por ratos con un dejo de sabor antillano y africano.
Siempre debemos estar pendiente a los ríos y quebradas que en el pasado han causado grandes inundaciones y tragedias en el pueblo. El Río Humacao se engrandece con la lluvia cruzando por el medio de la Ciudad saludando a lo lejos a su amigo el Río Antón Ruiz. La quebrada de Mabú también tiene su historia. Me fui en una divagación sobre el estatus de aquellos proyectos de mitigación para las zonas susceptibles de inundación, los trabajos de canalización, los canales de desvió, la construcción de dique particularmente en Punta Santiago entre otros.
Regresé del letargo cuando aprecié que las luces de la casa comenzaron en un continuó temblequeo y apenas al cabo de una media hora del impacto de los vientos y lluvias nos quedamos sin energía eléctrica. Bueno, era de esperarse, todos sabemos que nuestra infraestructura de electricidad pende de un hilo. Nos quedamos a obscuras. ¡Ay Luma! Luego de tomarnos una taza de chocolate con queso de bola y galletas, nos dirigimos a la cama. Por el obscuro pasillo choqué en más de tres ocasiones la lámpara contra las paredes del pasillo. La lluvia y el viento azotaban las ventanas dejando claro que esa noche sería tenebrosa. Por cansancio alcancé a dormitar par de horas.
Me levanté el lunes con el sonido de la lluvia y el viento en unión al de las plantas generadoras. La lluvia bañaba el lomo de la Calle 3 de Los Rosales y ésta parecía retorcerse con coquetería. Los carros en las marquesinas parecían aves varadas. Yo observaba por la ventana a Fiona que se alejaba con su larga cola. Me sentí como uno de los personajes de Macondo que vieron caer la lluvia por cien años sin parar. Resultó difícil para los meteorólogos (as) descifrar el punto exacto por el área suroeste por donde tocó tierra el ojo de Fiona y no acababan de anunciar cuando se iría.
Fui a buscar mi planta generadora que sobrevivió a María. Le eché una zurrapita de gasolina que quedaba en el galón que había guardado por casi cinco años. Intenté por múltiples ocasiones encenderla sin éxito. Se contorsionaba y sólo prendía una lánguida lucecita en el panel, que me daba algo de esperanza. Los dedos se me pelaron con el esfuerzo de tanto halar el cordón de la dichosa máquina. Sentía el hombro como cuando “Sugar” Díaz lanza una entrada de cierre tirando a 100 millas por hora. La puse en turbo, la acaricié casi implorándole y como por arte de magia encendió ante mis atónitos ojos. Conecté las extensiones y fui de inmediato a buscar más gasolina. Para mi sorpresa los garajes estaban desiertos y el escenario del pueblo era tan tétrico como si estuviese mirando una película de “Walking Dead”. Regresé a casa moviendo suavemente el galoncito vació.
Sintonicé las emisoras de mi Región Oriental (Walo Radio y Radio Victoria). La verdad es que prefiero la radio a la televisión y debo destacar la enorme deuda de gratitud con nuestras emisoras de radio por el trabajo de excelencia y compromiso que realizan para mantener bien informado al pueblo. Los informes reportaron los desastres causados por el Huracán y sus copiosas lluvias que marcan un evento histórico. Fiona se fortaleció como huracán categoría 1 a su llegada a Puerto Rico. La foto del mapa mostraba aquel mostro arropando a toda la Isla.
Quedé impresionado por las fotos publicadas en los periódicos. Fueron devastadores los estragos causados por el huracán Fiona. Doloroso e irreparable las pérdidas de vidas humanas. Otro escenario impactante fue observar como las aguas arrastraban casas, automóviles, puentes, carreteras entre otras cosas.
Reflexioné sobre la construcción desparramada y la falta de planificación. Nuestras costas cada vez más castigadas por el fuerte oleaje. La meteoróloga Deborah Martell, señaló que la marea del Huracán Fiona superó a la de todos los huracanes anteriores. Los efectos del cambio climático son evidentes. Lo cierto es que Fiona puso al descubierto la realidad de nuestra infraestructura y de la improvisación ante eventos catastróficos.
Los alcaldes y en especial los de nuestra zona se crecen en estos tiempos. El de Humacao que se acaba de sentar en la silla ya tuvo que ponerse bien las botas. Los eventos acaecidos en el pasado como la Tragedia del 1960 y los pasados huracanes dejaron imágenes que quedaron impregnadas en la memoria colectiva del pueblo. Esas experiencias me parecen son importantes para enfrentar el presente.
No podemos pasar por alto a las personas que trabajan atendiendo las emergencias que en muchas de las ocasiones arriesgan sus propias vidas. Vaya para ellos nuestro profundo agradecimiento y admiración. Resalto además el trabajo de asistencia comunitaria como el que realiza ARECMA, dándole ayuda inmediata a su barrio de Mariana. Lo cierto es que hay muchas personas de edad avanzada, residentes en hogares de viviendas que necesitan de un plato caliente de comida ante la realidad que viven sin agua y sin energía eléctrica.
Lo cierto es que Fiona develó las condiciones de precariedad y vulnerabilidad en que se encuentra el país. El colapso del sistema de energía eléctrica y el servicio de agua potable salta a la vista. Se pierde la esperanza ante tantas interrogantes por el periodo de respuesta y recuperación. El sufrimiento del pueblo es patente. Yo me pregunto, ¿Y qué pasó con aquella política pública energética de 2019?
Se supone que se utilizaran los miles de millones de dólares que no se han desembolsados para la implantación de microrredes entre otras iniciativas que fortalezcan una nueva gobernanza energética y de una trasformación con energía renovable como ha sugerido ¡Queremos Sol! Y ni hablar de la salubridad, a propósito hay temor porque vuelva a resurgir los casos leptospirosis. La salud, la calidad de vida y el futuro económico de la isla está en juego. Debemos demandar como pueblo que se nos provea un sistema energético resiliente, confiable y robusto con tarifas justas y razonables. Definitivamente el gobierno tiene que prescindir del operador LUMA y debe haber la voluntad política para demandar de las agencias federales como FEMA para que acaben de desembolsar los millones de dólares asignados para atender los proyectos que permitan al país levantarse de esta crisis en la cual se encuentra.
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