jueves, 26 de mayo de 2022

Vuelo con destino a Culebra

 Vuelo con destino a Culebra


Félix Báez Neris
Docente Jubilado de la UPRH

La pasada semana visité a Culebra para celebrar el cumpleaños de mi compañera Ruth. Llegamos hasta la antigua base militar Roosevelt Roads donde ubica el Aeropuerto conocido como José Aponte de la Torre. Es un aeropuerto sólo para vuelos domésticos. Nos montamos en el pequeño avión bien próximo al piloto. Casi podía tocar el timón. Arrancó a toda velocidad y de inmediato ya estaba surcando el cielo.

Observé las dos largas y estrechas alas cortando las corrientes de aire. El panorama es espectacular y uno cobra conciencia de la belleza natural que tenemos. Disfruté de la majestuosa vista del mar y todos los alrededores del archipiélago. En el momento que más emocionado estaba el avión se fue en picada para aterrizar en el aeropuerto Benjamín Rivera Noriega de Culebra.

Alquilamos un jeep y nos dirigimos a un pequeño y acogedor hostal con vista a la bahía. Una vez dejamos el equipaje en la habitación nos fuimos de inmediato a disfrutar de un suculento almuerzo de mariscos en un restaurante del poblado.  Luego caminamos por las calles estrechas apreciando las estructuras y negocios del litoral.   Llegamos hasta la plaza pequeñita, justamente a la entrada del pueblo donde nos saluda la escultura de Héctor el protector. Aquí se encuentra justamente el embarcadero donde llegan las lanchas desde la Isla Grande. No deja de sorprenderme la cantidad de turistas de diferentes nacionalidades que visitan la isla.

Las angostas calles se llenaron de personas a medida que avanzaba la tarde. Compramos algunos artículos a los artesanos que están apostados en un rincón de la plaza. Llegada las 7 de la noche nos dirigimos al restaurante para la cena. Tuvimos suerte porque los días de semana cierran a las 8 de la noche. El pueblo se recoge temprano y una tranquilidad permea como la quietud de las aguas de sus playas.

Me levanté temprano escuchando la porfía de las gaviotas en los tejados. Desde el hostal tenía una vista casi panorámica del pueblo. El sol lo iba pintado con rayos de luz y nostalgia. Hice una fila de media hora para ordenar un rico desayuno  que nos despertó el ánimo. Quetzy, una entusiasta amiga culebrense se voluntarió para darnos un recorrido por  varias de las 19 playas que tiene la Isla. Nos llevó a playas como Tamarindo, Brava, Carlos Rosario, Dakity, Larga, Zoni, Resaca y por supuesto
Flamenco que está catalogada como una de las 10 mejores playas del mundo.

La belleza de este santuario natural nos cautiva. Paseamos entre los manglares, avistamos los majestuosos cactus, apreciamos la vegetación de sus bosques, la tranquilidad de las lagunas y precipicios rocosos. Nos detuvimos a observar con detenimiento la morfología de Isla Culebrita, los Cayos; Norte, Sombrero, Batata, y Luis Peña.  En varias de las ocasiones las playas con la belleza de sus arrecifes, la riqueza de la vida silvestre, las especies de aves, las cálidas aguas y blancas arenas estaban dispuestas enteramente para nosotros. La tranquilidad y paz que uno respira es sencillamente indescriptible.

Luego visitamos el Museo de Culebra donde se documenta la historia de la isla de manera muy completa y organizada. Finalmente llegó la hora del retorno. Nos quedamos con los deseos del pronto regreso a la cuna del sol borincano.

 





















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