viernes, 30 de junio de 2017

Semblanza de Félix Feliciano Morales (1904-1988)

Semblanza de Félix Feliciano Morales (1904-1988)


Por:  Félix Báez Neris


Nació en el año 1904 en la ciudad de Humacao.  Fueron sus padres Juan Feliciano Tirado y Victoria Morales.  Su infancia la vivió en la calle Yabucoa.  Cursó sus estudios en las escuelas del pueblo. De seguro disfrutó del entorno urbano descrito por nuestra Antonia Sáez.  Félix se graduado de la High School de Humacao, años más tarde al edificio lo nombraron Juan Peña Reyes. Tuvo como una de sus maestras por tres años a la benemérita maestra Antonia Sáez.


Recordamos por otra parte el escenario político del país que el  primer presidente del Partido Nacionalista (PN) fue José Alegría.  El novel PN postulaba la defensa de los símbolos de identidad nacional. Exigía el uso del lenguaje vernáculo en las escuelas públicas. De acuerdo a lo que nos narra su familia, Félix Feliciano abrazó la causa nacionalista cuando tenía 19 años. En 1922 justamente, llega a Humacao, José Coll Cuchí, uno de los líderes  principales del Partido Nacionalista. Pronunció un discurso ante trescientas personas frente al Teatro Victoria, desde ese momento, Félix se interesó por el Partido.  En el 1923 ingresó formalmente al Partido Nacionalista. Esta condición no interfirió con las buenas relaciones que siempre tuvo como socio y amigo de don Santiago Z. Maunez, republicano de toda la vida. En el 1922 llegó a Humacao, desde su pueblo natal Yauco, el joven sacerdote católico conocido como el Padre Rivera, poeta, humanista, identificado con todo lo que se relacionaba a su Patria, hombre poligonal con mentalidad renacentista.  

En el 1929, un joven abogado ponceño Albizu Campos, asume la presidencia del PN.  Su liderato le imparte un giro de lucha militante y agresiva. En las elecciones de 1932, Albizu lanza su candidatura a senador y en todos los distritos de PR se seleccionan candidatos a puestos electivos.

El primer voto de Feliciano Félix fue a favor de Albizu. Fue el único voto  por la causa nacionalista en el colegio de votación, donde los trabajos los  lideraba su padre, que de paso, defendía la causa del Partido Liberal.  Cuentan que ese voto levantó muchas interrogantes y críticas entre los presentes y fue el propio Juan Feliciano, mejor conocido como Ito Feliciano, que salió en defensa de ese voto, solicitando que se respetara ese voto porque el mismo pertenecía a su hijo.

El PN no logró llevar a Albizu al Senado de Puerto Rico; ante fracaso se optó por abandonar el proceso electoral como mecanismo de lucha política. La situación económica y social se agudizó durante la época de la Gran Depresión. En el 1932 Franklin Delano Roosevelt ganó la presidencia de los Estados Unidos y comenzó a restaurar la tronchada economía de la nación con ayudas económicas de fondos federales. Llegó a Puerto Rico lo que se llamó la PRERA, dádivas que el mismo Presidente admitió que NO debían ser permanentes para no desmoralizar al ciudadano. Eran momentos difíciles para el pueblo puertorriqueño. El Partido Nacionalista  concentró sus esfuerzos en la defensa de la independencia de una manera más radical y combativa. La secuela de choques que se dio entre nacionalistas y policías, impactaron a todo el país.

En ese año de 1932 ocurrió el temporal llamado San Ciprián que devastó a casi toda la isla. La mayor parte de la ciudadanía dependía de las dádivas que recibía desde USA. La comida se repartía a los más necesitados en los estadios de pelota y se traía a los pueblos Guardias Nacionales para ayudar a la policía insular a mantener el orden. En Humacao, una noche en que un grupo de guardias nacionales estaban creando desordenes públicos fueron llevados al cuartel de la policía donde se formó un tiroteo. La primera victima fue el fiscal José R. Pesquera.

El 24 de octubre de 1935, en Río Piedras a pocos pasos de la Universidad, sucedió un incidente  entre policías y nacionalistas. Cinco jóvenes que viajaban en su auto, que se retiraban de una asamblea que había sido suspendida en la Universidad, fueron interceptados por la policía  que se montó sobre los estribos del auto y los obligó a dirigirse hacia el cuartel. En la ruta fueron acribillados por la policía los jóvenes: Ramón S. Pagán, Pedro Quiñones, Edgardo Rodríguez y José Santiago. El joven Dionisio Pearson quedó en estado de gravedad. Albizu acusa directamente al jefe de la policía Francis Riggs, por este acto criminal.  El 23 de febrero de 1936, los nacionalistas Elías Beauchamp e Hiram Rosado dieron muerte al jefe de la policía. Luego, la policía acribilló ambos jóvenes. De inmediato, el Gobernador inicia la persecución contra el PN, Albizu Campos es tomado prisionero  y trasladado a Atlanta. De manera que sacan del panorama político la figura imponente de Albizu por los siguientes diez años aproximadamente.  

No obstante, la militancia nacionalista se mantuvo activa y cautelosa ante la persecución despiadada de la fuerzas del estado.  El Domingo de Ramos, 21 de marzo del año 1937, ocurrió la Masacre de Ponce. La policía disparó a mansalva sobre una marcha pacífica de nacionalistas. Un total de 19 cadetes nacionalistas murieron y hubo más de cien heridos.

La consternación y el repudio arroparon a la militancia nacionalista y a todo el país. En Humacao, el grupo de Feliciano articulaba su lucha y defensa del ideal en reuniones que se llevaban a cabo en su casa. Contaba con el aval de su padre que siempre respetó su ideal. Allí se reunían, entre otros, Don Pedro Pérez Pimentel, oriundo de Naguabo, ex Juez y Presidente del Comité de Humacao, Nicolás Agosto, Félix Sánchez, Ayuso Valdivieso(dentista), Andrés Cepeda,  José P. Berríos,  Águedo Mojica,   Daniel Hernández, Francisco Cobos, Julio Costas (cartero),   Vicente Mariano Colón, Álvaro Walker Rivera, Clemente López y  Mariano Colón.

Los cadetes de la República, de Humacao se llamaban Valero  y eran cerca de sesenta.  En 1936 se dio una marcha de alrededor de 500 cadetes por todo el pueblo de Humacao. Unos doce policías  los vigilaban de cerca con una actitud violenta.  En una ocasión cada vez que ocurría un accidente acusaban a los nacionalistas.

Otra figura que se integró al Comité, fue Águedo Mojica, como le mencione e incluso fue el Secretario del Partido para 1937.  Águedo, como sabemos, perteneció a los cadetes de la República y admiraba a Pedro Albizu Campos.
Feliciano viajo a Nueva York  en el año 1929, a procurar unas mejores condiciones de vida, pero no se acostumbró y regresó para 1931.  El amor por su patria lo llama.


La Junta Regional de Humacao del PN era una muy activa y militante. Félix fue el editor de dos periódicos El Látigo en (1927), El periódico Sangre (1933) que fue el órgano oficial del Partido Nacionalista en Humacao. Se celebraron muchas asambleas del PN en esta área.  En el año 1933 la Asamblea se celebró en Humacao, para 1935, 1937 y 1938, se celebraron en Caguas.  En el año 1938 Félix Feliciano fue electo junto a Álvaro Walter Rivera como vocal por Humacao en la directiva del PN. Durante este año se destacan los hechos de la huelga de los obreros de los muelles, se da el segundo juicio de la Masacre de Ponce donde el jurado  declara inocente a los once nacionalistas acusados. Además, comienza la inscripción del Partido Popular Democrático (PPD) y hubo un atentado contra Winship; además, se inicia el proceso judicial contra seis nacionalistas acusados por este caso.

La Segunda Guerra Mundial requirió de soldados. Se activa en la isla el servicio militar que era obligatorio y los puertorriqueños son enviados a participar del conflicto por el ejército norteamericano. Félix Feliciano fue objetor por conciencia y se negó a inscribirse. Por tal motivo, fue puesto preso y enviado a la prisión lejana de Tallahassee en Florida para los años   1942-1944.

En prisión sufrió crueles e inhumanos castigos.  Su carta Yo estuve en Tallahassee, es una muy conmovedora y reveladora, yo le invito a que la lean.  Durante los tres años de prisión aprendió y perfeccionó los conocimientos sobre la elaboración de insecticidas. Pensamos que previo a la prisión trabajó con Salvador Rocafor que tenía una fábrica de insecticidas en Humacao, llamada Tokío. En la prisión de Tallahassee se dedicó a perfeccionar las recetas para la confección de productos de insecticidas. Esos conocimientos le servirán de materia prima para un proyecto que ideó en los duros y largos días que vivió en prisión. 

Se casó con Ramonita Rosario vecina del pueblo de Maunabo el 8 de septiembre de 1945.  Los nombres de sus hijos apelan a los valores universales o personalidades destacadas como:  Pedro Albizu Feliciano Rosario, Victoria Patria, Carmen Margarita, Maria Libertad,  Felix Juan, Blanca Griselda, Augusto César, María Félix, Felixia y Fidel.

A su salida de prisión, montó una fábrica familiar de insecticidas en la calle Georgetti de  Humacao.  Los productos llevaban el nombre de Camisa Seria, Alcoholado Victoria, Mata Siete.  La fábrica  tuvo mucho éxito y para el año 1954 decide trasladarse a la parada 26 en Santurce.  Su negocio era vigilado todo el tiempo, las veinticuatro horas, por turnos de dos policías como parte de la persecución y vigilancia del Estado.

La policía intervenía además, con los clientes de Feliciano. Los interrogaban y los intimidaban para que no le compraran sus productos. Uno de los comerciantes que enfrentó a la policía lo fue Aril, este tenia negocio en Las Piedras. Defendió a pesar de no ser del PN la amistad que le unió a Feliciano.
El Estado continuó con su política de opresión y persecución y contra los nacionalistas. Félix Feliciano sufrió una constante persecución  por la policía por sus ideales políticos. Cualquier evento que se produjera  en la Isla era razón para declararlo sospechoso de manera arbitraria y abusadora.  Se le sometió a interrogatorios viciosos donde se evidencia el más descarado abuso de poder.  En una ocasión, estando enfermo de bronquitis se lo llevaron injustamente y lo encarcelaron en la cárcel La Princesa. Al cabo de los días cuando no encontraron ninguna razón, lo liberaron.


Durante la revuelta nacionalista de 1950 un grupo de policías, revólver en mano, irrumpieron rompiendo las puertas de su residencia  a las cuatro de la madrugada. Un grupo de alrededor de doce compañeros de Feliciano fueron apresados en Humacao; entre ellos,  Pedro Olmedo, Santos Berberena, Nicolás Agosto, Carlos Beltrey,  junto a un grupo de doce compañeros más. Los montaron en un camión, que fue pasando por  Naguabo, donde apresaron a otros nacionalistas y así continuaron hasta  Fajardo rumbo a San Juan.  

A Félix Feliciano le unía una profunda amistad con la heroína doña Isabelita Rosado. Sus últimos años los vivió cerca de la playa en la frontera entre Naguabo y Humacao, en el que conocemos como Tropical Beach. Cuando enfermó gravemente su hermana Carmen se lo lleva a su casa donde falleció al cabo de algunos meses.
Murió el 3 de agosto de 1988.

Hoy honramos su memoria al Hombre de principios, virtudes, rectitud férrea que defendió sus la causa de la independencia de la patria.

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YO ESTUVE EN TALLAHASSEE
Por Félix Feliciano Morales

 Sí, yo estuve en Tallahassee y fui torturado durante los tres largos años que pasé en ese infierno. Desde que llegué a esa prisión fui estrechamente vigilado por los guardias del penal. Tenían instrucciones de hacerme la vida imposible. Una carta que yo había escrito el año anterior a unos compañeros Nacionalistas de Humacao que extinguían una condena de 13 meses fue la causa del ensañamiento. Los directores de la prisión se ruborizaron. No resistían se les dijera la verdad.

 Al yanqui le gusta hablar de las heladas estepas de Siberia y de los campos de concentración del Nazismo. Pura propaganda para indisponer al mundo en contra de otras naciones para ellos poder encubrir las atrocidades de sus agencias represivas. Una mañana, cuando menos lo esperaba, se me llamó a las oficinas del Sub. Alcalde, un sureño a quien toda la población penal apodaba el verdugo. En el rostro de este hombre se reflejaba el odio y el desprecio a sus semejantes. Me gritó: “De ahora en adelante va a trabajar a los molinos donde se procesan las aguas negras.” En igual actitud y mirándole a los ojos me negué rotundamente a trabajar en ese sitio pestilente. Sabía que si aceptaba contraería una grave enfermedad y eso era lo que apetecían mis carceleros. En la actitud de un energúmeno volvió a gritar esta vez dirigiéndose a uno de sus oficiales. “Métanlo en el Hoyo.”

 Sin duda ustedes querrán saber qué es el hoyo. El hoyo consta de cuatro celdas donde apenas puede caminar un hombre. Amenazar a un recluso con el hoyo le pone los pelos de punta y tiembla si no tiene pantalones. Las mazmorras de tiempo de España son una casa de verano. El hoyo es el infierno. De las cuatro celdas que están ubicadas en el subterráneo del edificio principal tres están equipadas con cama, inodoro y lavamanos. El hoyo no. El hoyo fue hecho para la tortura. El hoyo es la antesala de la locura. El guardián pidió refuerzo y entre los dos fui conducido a los que sería mi vivienda por cuarentidos días. Tenía que despojarme de toda la ropa. Me entregaron una mugrienta frisa que nunca había sido lavada. En el hoyo el recluso duerme en el suelo, no tiene lavamanos, cama ni inodoro solo un roto mal oliente en el piso que nunca es desinfectado.

 A la hora del almuerzo me trajeron el bolo. Este consistía de una pelota de cereales y vegetales molidos con una gran cantidad de pimienta y sal. El que comía el bolo vomitaba y se enfermaba del estómago. Con el bolo no servían agua. Lo probé y no pude terminarlo.

 Tres días estuve sin probar bocado. Al cuarto día me llevaron a otra oficina y entre cuatro me sujetaban mientras un doctor me introducía una gruesa goma por la boca hacía el estómago. El dolor era terrible. Trataban de alimentarme con una goma ya que yo despreciaba él para ellos suculento bolo.

 Sin poder resistir más el dolor fui llevado mareado nuevamente al fatídico hoyo. Por la noche empecé a oír el ruido de un motor que estaba instalado fuera del hoyo pero que el ruido venía a para dentro de las cuatro reducidas paredes. Empezó suavemente, después el ruido se hizo insoportable. Me tapé los oídos, pero de poco me valía. Y así sin poder dormir estuve toda la noche. A las seis de la mañana el ruido desapareció para comenzar de nuevo a las ocho de la noche. Esta situación terminó diez días después cuando pasó el Alcalde Ogram y me preguntó “¿Se siente bien ahí dentro Morales?” Estoy feliz y contento, le contesté. “Cuando desee salir me escribe una carta y yo ordenaré que lo saquen. Usted necesita estar con sus amigos.” La carta nuca llegó a sus manos. Entonces redoblo el tormento. Me llevaron al tercer piso donde alojan a los locos del penal. El grito era atroz. Los pobres orates eran maltratados y pisaban sobre la excreta.

 A los cinco días vino un inspector de afuera a visitar a los locos. Es día hubo limpieza y atención para los infelices. Cuándo el inspector llegó a mi celda y empezó el interrogatorio de rigor, me preguntó, “¿Qué hace usted entre estos locos?” Le contesté. “Pregúntele al alcalde.”

 Ese mismo día fui trasladado al hoyo. Ya para entonces había dejado de comer. Solo me servían agua una vez al día y terminé por no beberla más cuando un recluso que estaba castigado en la celda de al lado, me alertó. “Tenga cuidado que ese oficial acostumbra escupir el agua que le trae al confinado.”

 A los cuarentidos días de estar en el hoyo me encontraron desnudo tirado sobre la mugrienta frisa y con una fiebre altísima. Trajeron a toda prisa al doctor quien alarmado ordenó que me llevaran inmediatamente al hospital. El Alcalde se oponía porque yo me negaba a escribirle una carta humillante, pidiéndole que me perdonara por no obedecer los reglamentos de la Institución. El doctor se mantuvo firme en su actitud. “Este hombre hay que sacarlo de aquí y es ahora mismo. Este hombre se deja morir pero no se rinde. Usted es el Alcalde pero yo soy el responsable de la vida de cada hombre en este penal.”

 La orden fue cumplida en el acto. Estuve en intensivo por espacio de varios días. Me recluyeron en el hospital durante tres meses desde donde fui trasladado a la galera junto a mis compañeros Nacionalista. Desde entonces la persecución aminoró notablemente. Faltaba poco para salir en libertad.

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Esta carta la transcribí del original que me facilitó doña Carmen Feliciano Morales, única hermana de don Félix Feliciano Morales que aún queda con vida y reside en el pueblo de Humacao. No puedo olvidar que don Félix Feliciano Morales, Nacionalista de toda su vida, era amigo y socio de mi padre don Santiago Z. Maunez, Republicano, en un pequeño negocio que tenían llamado Siglo XX en el centro del pueblo de Humacao antes de yo nacer en el 1924. Esto no fue un obstáculo para que ambos fueran buenos amigos de toda la vida como yo lo soy aún de doña Carmen Feliciano Morales. La política y la religión deben estar separadas del amor que sentimos por nuestros familiares y amigos.
Santiago Maunez Vizcarrondo 


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