Evocar la egregia
figura de Aguedo nos mueve a un escenario lleno de un profundo sentido de belleza intelectual, de riqueza de
saberes y de amor profundo al pueblo y a la patria. Un derroche de sensibilidad vestía su espíritu
que le posibilitó desde muy niño el apreciar
y disfrutar de la riqueza social de su pueblo. Aguedo describió las noches en
Humacao de la siguiente manera “...Son un
regalo, un encanto, y una embriaguez. Han cesado los ruidos; se ha paralizado
el deambular; la ciudad se ha vestido un traje negro bordado de lentejuelas, se
ha recogido en actitud pensativa, y se contempla en el cielo, deleitándose
sosegadamente en la espera de algún mitológico amante que la visita de alguna
distante y feliz región...” Le toco sobrevivir a la dura situación económica
y a los embates de la época. No debemos olvidar que Aguedo proviene de una
familia humacaeña numerosa y de estirpe humilde.
Aguedo Mojica como
sabemos fue filósofo, humanista, poeta, músico, matemático, orador, taquígrafo,
políglota, contador, abogado, político educador y estudioso de todas las artes
y las ciencias. Además, sentía una profunda pasión por los libros y por la exquisita bohemia.
La estrella que
siempre guió a Aguedo lo llevó a conocer en su pueblo, figuras que merecen
atención y distinción. Nos recuerda el entrañable amigo Salvador Abreu, que Aguedo
estudió con la benemérita maestra Antonia Sáez y con el poeta Cesáreo Rosa
Nieves. Estos maestros lo iniciaron en
el aprecio por la buena lectura. Sus enseñanzas
calaron muy profundo en Aguedo.
Sobre la niñez de Aguedo
se cuenta, que en una ocasión un niño recorría la calle Yabucoa a toda prisa en
una flagida bicicleta cuando fue a parar con un hombre de regia figura y personalidad.
Ese niño fue Aguedo y el hombre era el
maestro Juan Peña Reyes. (Juan Peña Reyes educó musicalmente a Aguedo en aquel
hermoso proyecto comunitario conocido como Club Ariel. Allí se impartió de
manera gratuita múltiples talleres a los niños pobres y a los obreros).
Y es que desde muy
jovencito Aguedo supo ganarse aprecio de figuras cimeras que participaban de la
rica y edificante tertulia en la plaza, como el Padre Juan Vicente Rivera líder
cultural y espiritual con quien Aguedo practicó el latín y francés. Dominó estos idiomas de tal forma,
que a su ingreso en el primer semestre
en la Universidad de Puerto Rico los
profesores se sorprenden con sapiencia y lo contrataron para que impartiera el curso de francés.
Otras figuras privilegiadas
que iluminaron a Aguedo fueron el maestro Solier, (con quien cultiva su vena
musical) Frank Cervoni, Hemeregildo
Ortiz, Marina Molina, Antonio Llona entre otros. Parafraseando la canción de Andy Montañez “con una familia tan
hermosa quien no se siente patriota”.
Yo resalto estos
hechos porque nos permiten conocer cuales fueron las motivaciones que
encausaron a Aguedo para gestar un trabajo cultural en su pueblo. De manera que
regresa a casa luego de una formación
educativa por Europa y EU.
Todos sabemos que
Aguedo era nacionalista, de hecho ocupó el puesto de secretario junto a una
figura memorable de entereza y valor sin igual, Félix Feliciano Morales. Aguedo tenia un gran admiración por Albizu,
este cuando visitaba a Humacao pernotaba en su casa. Aguedo se distanció del
partido Nacionalista, cuando adoptó los métodos radicales. Recordemos que
Aguedo era un profundo seguidor de la filosofía de Gandhi. Aguedo asistió al entierro
de Albizu.
Pero volvamos a su
quehacer cultural en la Ciudad. Aguedo
junto a un grupo de dilectos humacaeños entre ellos Carmen A Ortiz, Eddie
Ortiz, Tani García, Elpidio Mojica, el doctor Jorge Franceschi, Esther Cuadra y el entrañable amigo Salvador Abreu se dieron
a la tarea de fundar del Centro Cultural de Humacao.
La
conceptualización del centro cultural provino de aquel hermoso proyecto de
cultura que fue el Club Ariel. Nos relata Aguedo que luego de desaparecido el
Club, hubo un intento por revivirlo. Aguedo formó parte de ese grupo y se le encomendó
redactar el reglamento. Luis Muñoz Marín gobernador para la época se entera del
proyecto y le pide copia del reglamento a Aguedo. Lo examinó y quedo
impresionado con el proyecto. Le pide a Aguedo que lo someta como un proyecto
nacional adscrito al ICP que estaba en su etapa incipiente. De esta manera, surgen
los proyectos de los centros culturales en la isla, por lo que el Centro
Cultural de Humacao fue uno de los pioneros.
Aguedo como primer
presidente del Centro Cultural de Humacao y junto a su dilecta Junta, gestionó
hermosas actividades culturales como los son el rescate del Festival de Santa
Cecilia , Las Fiestas de Cruz, las actividades musicales en la plaza, las
dianas por las calles y el intercambio de las bandas de Ponce, dirigida por
Julio Alvarado y la de Humacao, dirigida por don Juan Peña Reyes. Ese
intercambio musical fue muy famoso en la Ciudad.
Su gesta
ciertamente es una gigante y edificante.
Ya para concluir
les recuerdo que la colección de la Biblioteca de la UPRH se enriqueció con la
los libros de la biblioteca personal de Aguedo. Como muestra de gratitud
sometimos ante la Junta de
Síndicos una propuesta para designar nuestra biblioteca con el nombre de Aguedo
Mojica y la misma se aprobó dando paso a la designación oficial en un hermoso
acto de celebración en nuestra Universidad.
De hecho, este año
se celebró un ciclo de conferencias en la UPRH que reemprende la conmemoración
anual del natalicio de Águedo Mojica Marrero. Continuamos festejando el legado de
este ser iluminado que Dios le regalo a la ciudad de Humacao y a la humanidad.
Por. Prof. Félix Báez Neris
Comisión de Promoción y Publicaciones
Fuentes
Consultadas
Mojica, Luis. (1983). La luminosa entrega.
Río Piedras, Puerto Rico: Ediciones Huracán,
154p.
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