miércoles, 16 de diciembre de 2020

Una mirada al libro ¿Por qué nos matan a los 50? La vida trasciende.

Félix Báez Neris
Profesor Jubilado de la UPRH.
felixbaezneris0@gmail.com
El libro ¿Por qué nos matan a los 50? La vida trasciende es la primera obra literaria de Vilma Martínez Abreu (Pintor). Presenta la línea de análisis de los determinantes sociales que afectan a la población vieja de Puerto Rico. El libro está dividido en dos partes principales con sus respectivas subdivisiones. La primera parte en prosa se ocupa de escritos que recogen en buena parte los problemas sociales que afectan a los viejos y la segunda parte es una hermosa selección de sus poemas. Vilma es un ser humano extraordinario; entusiasta, amigable, sensible, espiritual y solidaria. Sus ojos son ventanas que dejan ver la calidad del ser humano que habita en su corazón. Ella lleva al lector por las distintas etapas de la vida apuntalando con ejemplos y experiencias vivenciales los factores sociales, económicos, culturales y políticos que afectan la condición humana. De forma amena hilvana un recorrido de su vida con recuerdos atesorados. Su niñez y adolescencia trascurre entre las calles Georgetti y Esmeralda del casco urbano de Humacao. Desde muy niña siente un especial respeto y admiración hacia las personas mayores. En la adolescencia despierta su amor por la literatura, en especial por la poesía y el arte de declamar. A la edad de 22 años contrajo matrimonio con Augusto Pintor, su gran amor y compañero de vida. El matrimonio procreo dos adorados hijos, Augusto Félix y Mario Raúl. Se trasladan a Chicago por varios años por razones de trabajo. Al cabo de un tiempo regresan a su adorado pueblo. La autora ofrece sabios consejos, apoyo y recomendaciones para lidiar con la vida de los viejos. Llama la atención a los jóvenes para sensibilizarlos y prepararlos en el cuido a sus padres. Apuntala con la predica del ejemplo el cuidado y respeto que se le debe dar a los viejos. Su papá es afortunado de contar con el amor y cuido a tiempo completo que ella le da. Los adultos mayores constituyen más del 24% de la población de Puerto Rico y parte de esos ciudadanos residen en instituciones y égidas. La soledad, la depresión, el discrimen, marginación, abandono entre otros problemas afectan a la población vieja. Vilma llama la atención para que se superen los prejuicios y se respeten los derechos de los viejos. Su llamado y reclamo ético y de justicia social va dirigido a cambiar las conductas sociales e indolentes hacia los viejos. Coincido plenamente con la autora cuando dice “No nos maten a los 50, queremos envejecer con dignidad”. La parte poética del libro es una invitación para disfrutar de su inspiración creadora. El poemario está dividido en alrededor de ocho secciones. La voz sentida de las palabras recogen las ricas vivencias que marcan a la poeta. Los temas que predominan son; amor, patria, familia, religión, naturaleza y la amistad entre otros. La sección titulada “Hilos de amor” está dedicada al núcleo familiar. Se aprecia el plano más intimista en esa relación de amor con sus padres, esposo e hijos. El poema “Mi querido Humacao” le canta a su pueblo con cierto dejo de nostalgia. En otros temas nos lleva a saborear el aroma del café de la abuela. En “Tembló la tierra” se impone la solidaridad para abrazar a las personas que sufren las vicisitudes y angustias provocadas por los temblores y terremotos. El poema “Basta Ya” levanta su voz con fuerza para denunciar la violencia contra la mujer. Los poemas miran hacia el interior del alma desatando el entramado de sentimientos seducidos por el estilo narrativo y descriptivo que va definiendo a la autora. Felicitamos a Vilma por regalarnos su primera obra literaria y los invito a conocerla.

jueves, 3 de diciembre de 2020

Celebrando los 227 años de la fundación de Humacao

 

Félix Báez Neris
Catedrático jubilado de la UPRH

Humacao es un pueblo de plaza y mercado y de iglesia, y de cielo,
de unos anchos silencios de sol y de unas pensativas
(y dulces noches doncellas….
Dr. Cesáreo Rosa-Nieves


Dibujo de Augusto Pleé, Centro Urbano de Humacao en 1828


Dos siglos y veintisiete años de historia y lucha del pueblo de Humacao nos invitan a reflexionar a la altura de los tiempos. Un pueblo que tiene una rica historia fundacional de su población taína. El Cacique Jumacao  líder de gran poder en todo el litoral oriental. Luchó hasta su muerte por defender a su gente contra la invasión de los españoles.  Mabú (Juan de Humacao) fue capturado siendo muy joven por los españoles. Aprendió a leer y a escribir. Le escribió una carta al Rey de España pidiendo que se respete su linaje y demandó con éxito su liberación.

En el 1721 llegaron aproximadamente unas 40 familias canarias y establecieron el poblado de San Luis del Príncipe de la Ribera del Jumacao. (Abreu 1989).  Ese fue el primer intento de formar una comunidad que le diera cierto carácter urbano. El historiador Fray Iñigo Abbad y Lasierra en el 1770, señala lo siguiente; “En la ribera del río, a una legua distante del mar, está la iglesia de Humacao, que es ayuda de parroquia, junto a la cual se ven las ruinas de un pueblo, que quizá demolerían Los Caribes  o Los Piratas”.  En este territorio se coge tabaco, café, arroz, algodón, maíz y demás frutos de la, Isla, aunque en corta cantidad, porque la indolencia de los colonos se inclina más a la cría de ganados, por el ningún trabajo ni costo que les trae”. (Abbad y Lasierra, Fray Iñigo, 1996).

El historiador Cruz Ortiz Cuadra señala lo siguiente en torno al lugar de origen del pueblo “Es posible que el perímetro original fuera abandonado en el transcurso del siglo XVIII por disputas sobre colindancias entre los propios fundadores, y por discrepancias entre éstos y los dueños de los extensos hatos de ganado. Todo apunta a que los fundadores originales, con sus descendientes y sus esclavos, se dispersaron por el territorio y fundaron "estancias", es decir, fincas que les rendían frutos para la sobrevivencia y para negociar en el mercado regional y en el contrabando”.  (Ortiz Cuadra: 1994).

De manera que durante buena parte del siglo XVIII, los residentes de Humacao se encontraban dispersos por el litoral. Se dedicaban a  cultivo de la caña de azúcar y a la ganadería. Los colonos contaban con un número considerable de esclavos para las tareas agrícolas y domésticas.

Los pobladores del territorio de Humacao reciben finalmente el título (fundación)  de pueblo el 2 de diciembre de 1793. La iglesia se declara parroquia Dulce Nombre de Jesús y se conforma el espacio urbano delineado por apenas unas cuantas calles. Se entiende que se mantiene los delineamientos originales de 1722.

Surgió un pueblo que se levantó con entusiasmo tejiendo una rica historia social, cultural y política que hoy contemplamos en el tiempo. Corresponde a nosotros examinarla, estudiarla y valorarla con el significado e importancia que merece.