RÉQUIEM POR AMALIA
(MAYITA) CARRILLO
por Santiago Maunez Vizcarrondo
A mis
soledades voy,
de mis
soledades vengo,
porque para
andar conmigo,
me bastan
mis pensamientos.
“La Dorotea”… Lope de Vega”
Amalia Carrillo Pérez,
maestra de piano conocida como doña Mayita, nació en Humacao, el 24 de enero de
1912, y falleció en Ponce, el 21 de abril de 2003. Su epitafio debe decir:
“Vivió su larga vida regalando amor, sufriendo en silencio sus pesares”.
Pero no habrá una tumba que guarde sus retos mortales, su cuerpo fue cremado y
su cenizas se las llevará el viento.
Mayita nació casi en
los comienzos del pasado siglo XX cuando mi pueblo de Humacao sufría de una
pobreza material y disfrutaba de una riqueza cultural y espiritual, luego llegó
la PRERA, enriquecimos, languideció la cultura y se atrofió la espiritualidad.
En el 1903 falleció el Maestro Eugenio María de Hostos; en el 1905 falleció la
pianista humacaeña Aníta Otero, olvidada por su pueblo; don Juan Peña Reyes
nació en el 1879 y fue maestro de casi todos nuestros buenos músicos durante
más de 40 años del pasado siglo; en el 1918 mi tía, Carmen Maunez, era invitada
a tocar piano en el Teatro Oriente de Humacao, donde compañías de opera
europeas se presentaban; la plaza de recreo de Humacao era Centro
Artístico Cultural de nuestro pueblo; ese fue el ambiente en que nació y creció
la maestra de piano Mayita Carrillo, junto a su gran familia.
Mayita se casó con el
músico humacaeño Ramón Fabery, tuvieron dos hijos y ella quedó sola para educar
a sus hijos. Nada nuevo bajo nuestro sol tropical. Y comienza el calvario
silencioso de Mayita, del que nunca se quejó ni derramó lágrimas en público,
todo fue alegría acompañada por las notas musicales de su piano por doquiera
que iba. Aprendió a repartir amor a granel con suna sonrisa en sus labios sin
quejarse jamás de sus penas y tristezas. ¿Qué el raquítico sueldo de maestra no
le alcanzaba para cubrir sus necesidades? Pues se hacía un préstamo. ¿Pero que
no había para pagar ese préstamo? Pues se hacía otro más. Así fue hasta que
Dios decidió otra cosa. Educó a sus hijos, uno lo hizo médico, al otro lo
protegió hasta la muerte. Le dio la mano a todos sus hermanos, para unos fue
hermana y madre, para otros su Hada Madrina. Así hizo con sus nietas, lo de ella
era repartir amor sin importarle “el qué dirán social” como dijo nuestra Julia
de Burgos, que también fue una Maestra.
Su única hermana
ingresó a la orden religiosa de la Madre Teresa de Calcuta, y en ese asilo en
Ponce, fue donde Mayita murió. Con el correr de los años Humacao se ha
convertido en la Ciudad del Silencio, alejada de las actividades culturales de
la época cuando Mayita nació y se crió en este pueblo. Dicen que los tiempos
cambian ¿será el tiempo o será su gente? Una vez, pregunté: ¿sociedad cómo
estás? Y me dijo: “bien, gracias”. En tiempos del Padre Rivera, nuestro guía
espiritual y cultural, preguntábamos “¿por quién doblan las campanas”
cuando escuchábamos su pausado y rítmico “talan”.
El sacerdote,
Padre Rafael Pérez, OSB, (nuestro Padre Pito) llegó puntual, a las tres de la
tarde, a la funeraria y celebró una misa de exequias, corroborando lo que aquí
digo sobre el amor que, con su música y su cristiano corazón, siempre nos
regaló nuestra querida amiga, la maestra de piano Amalia Carrillo Pérez,
nuestra inolvidable Mayita. ¿Quién nos separará del amor de Cristo?
(Romanos 8:35) ¡Que descanse en paz tu alma en el cielo azul de nuestra
patria celestial! Esto decimos sus verdaderos amigos
No hay comentarios:
Publicar un comentario