La
pertinencia de la música folklórica puertorriqueña en la Navidad.
Félix Báez Neris
Profesor jubilado de la UPRH
" Ponle por nombre Jesús a ver si te sale
bueno,
Y a este mal llamado pueblo saca de la ineptitud.
Ponle por nombre Jesús, ponle por nombre Jesús.
Ponle por nombre Jesús, a ver si te sale bueno”.
Puerto Rico
tiene un rico y variado acervo cultural que nos ha permitido un espacio
significativo en la cultura universal. La música folklórica es uno de los
elementos más ricos que la distinguen. Esta se ha ido creando con sus
particularidades, pintorescas y variadas, con características propias, la cual
es expresión genuina de nuestra idiosincrasia.
Nuestra
música autóctona es la depositaria de esa riqueza existencial del ente
puertorriqueño. Nos refleja los rasgos de nuestra herencia cultural. A
través de su melodía, armonía, ritmo, de los instrumentos y el baile nos
permite conectarnos con el pasado histórico que nos caracteriza como pueblo. La
música folklórica, por tanto, recoge las expresiones del alma popular, los
hechos históricos acaecidos, la conciencia social, la fe, la confraternidad y
la expresión de valores humanos.[1]
Muchos
estudiosos nos ilustran sobre el caudal cultural que abarca nuestra música
folclórica. Jorge Santiago Arce [2] nos señala lo siguiente:
“La música
folclórica puertorriqueña no es uniformemente compacta. Es una que en su
homogeneidad nos ayuda a ver claramente nuestra descendencia y nuestra
pertenencia a un mundo-cultural complejo que se conoce como Caribe. Es el
reflejo de la sincretización de tres grupos: el taíno, el español y el
africano. Para intentar definir la música folclórica puertorriqueña es menester
subdividirla en las dos áreas donde se concentra y cobra figura. Digamos pues
que Música Costera y Música de Campo, podrían ser dos categorías que mejor
ubican y ayudan a definir más claramente nuestra música. Esto es así, por un
objetivo e histórico carácter de arribo, permanencia y desarrollo que rige a
nuestra música folklórica dentro de estos dos marcos”.
En Puerto
Rico tradicionalmente se dan varias celebraciones en el ciclo navideño con
carácter socio-religioso y se celebran tanto en la iglesia como en la
comunidad. Las mismas son: las Misas de Aguinaldo [3], la Nochebuena, los
Santos Inocentes, el Año Nuevo, los Santos Reyes y terminan con las Octavitas.
La Promesa
de Reyes y la parranda son dos de las costumbres más significativas de la época
[4]. Las parrandas de Navidad representan la costumbre de nuestro pueblo de
saludar y compartir con familias y vecinos durante la celebración del ciclo de
Navidad. La promesa de compadres es un tipo de celebración dentro de las
fiestas. Ocurre cuando uno de los compadres lleva una música a su otro compadre
y este la recibe con especial cariño. Estas se hacen tocando el aguinaldo [5] afuera
y el seis adentro de la casa. Al final hay comida, bebida, fiesta y baile.
Nuestro poeta Virgilio Dávila la recoge muy bien en su poema Diciembre[6]:
¡Disiembre! En la tierra mía
el mes que me sabe a gloria,
el mes que gualda en su historia
la Conserción de María.
¡Disiembre! Mes de alegría
en el llano y en la sierra.
El dibino mes que ensierra
la dibina temporá
en que palpitando está
to' el corazón de mi tierra.
Ya pidiendo el aguinaldo
nos juimos de casa en casa,
ya el puelco asao en la brasa
con olol nos ba ñamando
Ya el güiro esta repicando,
suelta el tiple su son tielno,
y el dueño de casa al belnos
nos dentra adentro, y nos mete
un trago de ron cañete,
manque lo pribe el Gobielno.
Es
que llegaron los días
en que de tiempo lejano
selebra el mundo cristiano
la nabidá del Mesia.
Y hasta la coyunta mía,
que tiene una gran dolama,
se ha tirao de la cama
afaná pol dibeltilse,
y al jolgorio quiere dilse,
porque y que el baile la ñama.
Un baile que no es juguete
tienen allí preparao
con un cuatro bien templao
y el tiple del ño Calmelo
que es como dilse pa el sielo
en alas del seis chorriao.
Afigúrese que ya
estamos en la bachata
Empuña usté su mulata,
y un sei biene y otro ba.
Dispué la deja sentá,
y con disimulación
se tira un palo de ron
que el selebro le encandila,
y pa la sala se ajila
y empiesa la belsasión...
El aguinaldo
y el seis constituyen las manifestaciones más genuinas de nuestros
jíbaros. El aguinaldo se deriva del término regalo propio de Navidad o de
Epifanía.
Nuestros
campesinos le imparten unas peculiaridades propias, a saber: es poesía y
canción, su métrica es hexasílaba, expresada en décima o cuarteta. Los temas
son religiosos o profanos. Desde el punto de vista melódico, existen una gran
variedad de aguinaldos, entre ellos el cagüeño, jibaro, entre otros.
El
seis[7] es la espina dorsal de la música folklórica puertorriqueña. Es sin
duda el más popular de todos los aires musicales que canta y baila nuestro
campesino. Al inicio del mismo, usualmente hay una introducción en la que el
trovador se prepara. La armonía y los compases de los instrumentos son muy
importantes. El seis usualmente se canta con décimas octosilábicas y, en
ocasiones, con cuarteta de la misma métrica. La controversia le da un matiz
especial al seis, que es el medio idóneo para el trovador ejecutar su arte
poético musical [8]. Existe una gran variedad de seis que se denominan por
varios detalles, como el lugar de origen, por ejemplo, el seis cagüeño, seis
bolero, fajardeño, entre otros.
Otros seis
se denominan por la coreografía, como lo son el seis choreao, bombeao, etc.
Otros nos recuerdan a los músicos que lo popularizaron; andino y mapeyé.
El
campesino, acosado por sus motivaciones artísticas, se lanzó a construir el
mismo sus propios instrumentos con los materiales provistos por la naturaleza [9].
Llegó a crear sus propios medios de expresión artístico-musicales. Los
instrumentos típicos que armonizan nuestra música folklórica son el cuatro, la
guitarra y el güiro. Originalmente se utilizaban la bordonúa, el tiple y el
requinto.
El güiro nos viene de nuestros indios taínos. Se construye del fruto del
marimbo. Se ahueca el fruto y se le extrae la pulpa, haciéndose a un lado de su
superficie ciertas ranuras por las cuales pasa una horquilla o púa de alambre para
producir un sonido rítmico.
El cuatro
puertorriqueño es parecido al tiple, pero se diferencia en forma, la cual se
asemeja a un cántaro de la boca ancha. Posiblemente se deriva del laúd árabe.
Recogemos de la página citada en la Internet sobre el cuatro
puertorriqueño lo siguiente: “La noción popular de la evolución del cuatro es
ésta: que el instrumento partió de un instrumento original rústico de 4 cuerdas
sencillas (y de ahí deriva su nombre), y que al pasar los siglos los
puertorriqueños le añaden progresivamente más cuerdas y en el proceso se
convierte en un instrumento más complejo y sofisticado de diez cuerdas. Y de
ahí sale el cuatro de hoy día”
Los humacaeños nos sentimos honrados por el trabajo
valioso de los profesores Myrna Pérez, Jorge L. Camacho y el entrañable amigo Edgardo
Delgado Figueroa. El dilecto maestro Delgado Figueroa formó
parte del grupo que contribuyó a lograr el sueño de Paquito López Cruz. El
sueño se trataba de salvar al instrumento nacional el cuatro puertorriqueño.
Formó parte del selecto grupo de investigadores del instrumento del cuatro,
entre los que se encuentran Marcelino Canino, Ricardo Alegría, Walter Murray
Chiesa, Pedro Malavet Vega entre otros. La patria le debe a estos seres humanos
excepcionales el arduo trabajo de realizar y colectar entrevistas, recopilar
muestras audiofónicas de campo, inventariar y recopilar las fuentes
documentales y crear la cronología histórica del cuatro y su música.
El Prof. Jorge Luis Camacho por su parte hizo
realidad su sueño de la Rondalla de Humacao, internacionalizando nuestro
cuatro, llevándolo a todos los continentes. La Rondalla celebró
recientemente 25 años. A estos jovencitos talentosos, alegres y valerosos
les decimos que nos enorgullecen y nos cautivan con su arte musical y destacada
trayectoria. Ustedes se encargan de ser la gran diferencia y de sembrar rayos
de esperanza y alegría para el porvenir. Son nuestros embajadores
predilectos que llevan un hermoso mensaje cultural a todo el mundo. A través de
los acordes musicales del cuatro, nuestro instrumento musical que ha sido
rescatado y colocado en lugar prominente por esta Rondalla, llevan la
aportación de nuestro pueblo a la cultura universal.
El cantautor Mario Enrique Velázquez, firme defensor
de nuestro acervo folklórico especialmente su valioso trabajo al
rescate do nuestra música navideña y a la reinstalación del
verdadero espíritu en la tradición musical de tan importante época
cristiana; tradición que se ve asediada y maltratada con
la proliferación de mensajes poco edificantes.
Sus canciones han sido portaestandarte
de la música tradicional navideña de Puerto Rico, ejemplo vivo de ello: Ponle
por nombre Jesús; De mi voz nació la luz; Con todas las flores vengo; Todavía
hay navidad; Los niños Jesús del mundo; Emmanuel, el de Loíza Aldea, Mi canción
es paz, entre otras.
Destacó el trabajo de mi primo Juan Neris que es un productor, locutor, animador, cantautor, poeta y decimista. Tiene a su
haber cientos de composiciones de su autoría. Disfruta de la improvisación
hilvanando una gran variedad de temas a saber; patrióticos, jocosos,
religiosos, la naturaleza, al campo y al amor en sus
manifestaciones.
Mención
especial merecen nuestros trovadores. Su dominio de la décima, expresión
tradicional de la poesía popular, así lo requiere. Su habilidad para improvisar
le viene de la vena poética e inspiradora como un don divino. Cantan con una
conciencia del valor y el arrojo de su estirpe, con la capacidad creadora de
invadir varios aspectos de nuestra cotidianidad que esparce el acervo cultural
y enriquece nuestra calidad poética. La Navidad es el momento más preciado al
que el trovador le rinde mayor tributo y veneración. Celebremos con orgullo los
hermosos valores de nuestra cultura.
!Muchas
Felicidades!
[1] Veáse
la obra de Francisco López Cruz. (c.1991) La música folklórica de Puerto
Rico. San Juan, P.R. : Caribe Grolier ;
Sharon, Conn. : Troutman Press.
[2] Santiago
Arce, Jorge. (2005) En Rojo, 24 de feb.: 20-21.
[3] En
Humacao se celebran desde la cinco de la mañana por espacio 9 días hasta
concluir con la misa de Noche Buena. Todas se llevan acabo en la Concatedral
Dulce Nombre de Jesús.
[4] Malavet
Vega, Pedro (1987). Navidad que vuelve. Ponce, P.R.
[5] Rosa-Nieves,
Cesáreo. (1991).Voz folklórica de Puerto Rico. San Juan, P.R. : Caribe Grolier ; Sharon, Conn. : Troutman
Press
[6] Dávila,
Virgilio (1964). Obras Completas. San Juan, PR: Instituto de Cultura
Puertorriqueña.
[7] López
Cruz op. Cit
[8] Jiménez
de Báez, Ivette (1964). La décima popular en Puerto Rico. México :
Universidad Veracruzana.
[9] Veáse
una descripción más amplia sobre los instrumentos en la siguiente dirección:
http://www.cuatro-pr.org/Home/Espan/Instrumusica/Instrumentos/instrumentos.htm
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