Viajando en la limusina con Muñoz: Una mirada al libro “La visita de Muñoz Marín a la tierra”.
Prof.
Félix Báez Neris
Vicepresidente
Centro
Cultural Dra. Antonia Sáez de Humacao
Me aprecio de la
amistad y afecto de Roberto Addarich.
Disfruto junto a él de la amena y
rica conversación sobre diversos temas como el de la cultura y los deportes. La
literatura es uno de los temas que nos apasiona. Las ideas de Addarich van acompañadas
de sapiencia e hilvana pensamientos que siempre calan hondo en la conciencia
humana. Recientemente me llamó mi buen amigo desde Maunabo. Me entregó en diciembre una copia de su nuevo
libro titulado “La visita de Muñoz Marín a la Tierra”. Lo recibí como un hermoso regalo
navideño.
Addarich nos da
con su ejemplo de vida un modelaje de superación. Le tocó vivir en una época
dura que marcó su ser. Superó todos los
obstáculos logrando alcanzar sus metas de hombre realizado. A lo largo del
tiempo fue pintando con su sabia pluma cuadros y eventos de experiencia y vivencias
humanas. Buena parte de esas estampas están fraguadas de un hondo contenido
socio-cultural de la realidad puertorriqueña
y en particular de su vital litoral del sureste.
Como he dicho en
ocasiones anteriores su estilo es uno sencillo, lo cual le permite calar hondo
y profundo su mensaje. Tiene la
capacidad de atraparnos desde el primer intento. En el caso de esta obra no es
la excepción, pues nos monta en la limusina desde el primer arranque. Y en esta
ocasión lo hace nada más y nada menos que con la figura cimera de la política
puertorriqueña de los años cuarenta al sesenta, don Luis Muñoz Marín.
Addarich nos
prepara y nos envuelve en la magia de su técnica literaria para que tengamos la
capacidad de soñar despiertos. De esta manera nos presenta el personaje de
Muñoz lleno de vitalidad y energía provisto de su inmortalidad. Y decimos pero
si se trata de Muñoz que para nada es extraña su presencia en la historia
nuestra. Es Muñoz al que muchos lo miran
como héroe y otros como traidor o dictador.
En el relato de la
obra se le concede a Muñoz un breve plazo de 72 horas para visitar a la Tierra.
Aprovecha la oportunidad para realizar tres visitas a sus amigos don Ricardo Alegría, al
exgobernador Rafael Hernández Colón y al Lcdo. Miguel Hernández Agosto. Muñoz
en esta sorpresiva e inaudita visita a sus amigos, procura buscar respuestas a sus incógnitas y proyectos
inacabados como el ELA. Se agarra su barbilla pensativo e incrédulo ante la
realidad evidente que aprecia, procura vencer el pudor, busca en sus memorias
los desaciertos y hace acotaciones de posibles soluciones. Pero con nostalgia
se le recuerda que ya no pertenece al mundo terrenal.
Addarich acertadamente
aprovecha la obra para revisitar la trayectoria de Muñoz en la historia puertorriqueña.
Se destapan aquellos temas que demandaron la atención total del Vate. De lo que
se trata es de valorar en justa perspectiva todo aquel amplio movimiento social
construido a partir del 1940 donde
Muñoz fue ese líder social y político
que lo encausó.
Muñoz logró con
sus estrategias políticas establecer la gobernabilidad para transformar el país de uno agrícola a uno
industrial. Pero en el aspecto político su obra quedó inconclusa al no poder
superar con el ELA el estatus colonial de la Isla. Ante esa encrucijada se
convierte en un hombre acorralado por la historia.
Muñoz como sabemos
fue un amante de la razonabilidad. Bebió de la sabiduría popular de jíbaro y se
metió en sus entrañas conociendo su lenguaje y pensar. Con su capacidad analítica
y su intuición fue develando su accionar y confundiéndose con sus correligionarios.
Apreciamos en la
obra como el Vate interpela a sus amigos
entre reflexiones sobre temas como la identidad cultural; la problemática de la
criminalidad, así como la denuncia de procesos y eventos sociales cuestionables
en la esfera pública, y el interés que parece habitar en cada uno de los
políticos de llevar al límite sus ambiciones en detrimento del pueblo.
Muñoz le confiesa
a don Ricardo Alegría los errores que
cometió y admite que buena parte de los problemas que vive el país son de su
responsabilidad. La pérdida de buenas costumbres y valores, la descomposición
social, el aumento de la ideología
estadista, la dependencia, la emigración entre otros problemas son los temas
conversados con sus amigos. Coincide con don Ricardo que solo el idioma es el
hálito de esperanza que sujeta la nación puertorriqueña.
Con el exgobernador Rafael Hernández Colón se devela
la admiración entre maestro discípulo y viceversa. Plantean la frustración por
la situación que atraviesa el país y se sienten de manos atadas ante la
encrucijada. La corrupción y hasta las carpetas son temas de conversación entre
ellos.
En la conversación
con el Lcdo. Miguel Hernández Agosto salió a relucir la situación que Muñoz
enfrentó con Ing. Sánchez Vilella. El Vate admitió el error que cometió contra Vilella.
Luego de las
entrevistas con sus amigos, Muñoz reflexiona profundamente mientras recorre a
gran velocidad en la limusina las calles, carreteras, avenidas y lugares como
el área sureste de Puerto Rico. Muñoz recuerda con nostalgia a figuras como Aguedo
Mojica, Ernesto Carrasquillo, Teófilo Morales, Rosa Sánchez entre otros. Aquí el autor haciendo uso de su especial
técnica logra que nos compenetremos a tal punto que nos hace mirar el reloj
porque cada hora que pasa es importante y mientras se va acercando la hora uno ruega
que el reloj se detenga. Sí, porque don Luis nos deja con esa sensación de
continuar la plática.
Yo le preguntaría
¿Cómo se siente con la construcción de un ciudadano puertorriqueño distinto
aquel que él conoció? Ese ente puertorriqueño que en cierta medida está
atrapado en la madeja política y retórica de la colonia más antigua del mundo.
Yo insistiría en recordarle que tuvo la oportunidad como ningun otro de darle
un curso distinto a nuestra historia. ¿Cómo se siente con esa pesada carga?
Y ya para concluir
diré que Addarich consigue en su libro con su excelente técnica literaria
revisitar los acontecimientos acaecidos durante las décadas del 1940 al 1960
que son parte de la memoria histórica de
Muñoz como ya mencionamos. Vemos a Muñoz insertado en la mirada crítica entre
el pasado y presente. Es decir se
examina la figura de Muñoz desde el espacio de la cotidianidad y temporalidad. Pero
apenas les he mencionado algunos aspectos
que enriquecen la valiosa obra.
Los invito a que lo lean y descubran los mensajes, aprecien la riqueza
de la tertulia, los diversos matices que sobre el ámbito político se plantean.
Cabe resaltar que más allá de las particularidades de las que da cuenta el
autor sobre Muñoz, existen diversos hilos conceptuales que además del evidente
caso colonial del ELA, vinculan y evidencian la obra inconclusa de Muñoz.
Gracias, amigo
Addarich por esta valiosa obra.
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