Prof.Félix Báez Neris
Vicepresidente Centro Cultural
Dra. Antonia Sáez de Humacao
Desde mi apreciativa mirada a la obra Reminisueño del maestro Julio César Ortiz, les diré que la describo como una reflexión necesaria y atinada. Una reflexión centrada en una rica experiencia
documentada sobre el programa educativo musical puertorriqueño. Es una lectura refrescante como un oasis
dentro de la vorágine en que se encuentra el actual sistema educativo.
Y me parece a mí que el objetivo fundamental de la obra es levantar,
presentar, anunciar, revelar, demostrar que si es posible concretizar una filosófica
de la educación musical puertorriqueña transformadora. Julio lo puede evidenciar con fundamentos y lineamientos prácticos y
teóricos sustentados, ya que desde su larga y fructífera jornada como director
de la Escuela Libre de Música de Caguas la fraguo con notabilísimo éxito.
Julio entendió y luchó contra la
marginalización del Programa Musical dentro del Departamento de Educación.
Desde que inició en el magisterio, luchó contra la inercia tradicional que mira de manera desvalorativa la educación musical. Solo es considerada
como una simple asignatura.
Julio nos señala que en primer lugar
siempre está agradecido de esa ayuda espiritual inequívoca. Bebió de las
enseñanzas y sapiencia de sus maestros “Tilo” Cruz y “Mister” Duclerc. Se crio y formó en una época
dura de mucha pobreza material pero de mucha riqueza espiritual y social. Es un
ejemplo de superación que supo siempre hacia donde estaba su norte. Viste
orgullosamente su traje hecho de talento, laboriosidad, creatividad, sacrificio
y dedicación.
Como bien se reseña en su semblanza y cito “Implantó un plan de trabajo para
formalizar la labor docente. Departamentalizó y diversificó los ofrecimientos
de la escuela. Se crearon 25 agrupaciones. De siete maestros que eran cuando
comenzó de director, aumentó a 38, y de 90 estudiantes a 1,200”[1]. Como director de la Escuela Paoli por 43 años
y 11 meses, promoviendo la metamorfosis de este centro de enseñanza”. La Escuela
Paoli se convirtió en una de las mejores, más modernas y sofisticadas de los
centros musicales del país.
Una frase suya puede describir su tenacidad
“el maestro de música tiene que funcionar como un general” Como bien lo hizo él
que supo romper las barreras del prejuicio, incomprensión y dedicación en
consecución de sus metas.
En su reflexionar nos lleva por el
pentagrama musical para que conozcamos, apreciemos e identifiquemos las notas,
reconozcamos los patrones rítmicos y podamos leer música con fluidez y hasta las corcheas con
sus respectivos silencios. Con ese sonido armónico nos lleva por las
interioridades de la pedagogía musical de manera magistral. Hay que ser capaz de reconocer y valorar las competencias. Hay que tener las
herramientas de la perseverancia, estoicismo y luchar con tenacidad. Y es entonces
comenzaremos a entrar al mundo maravilloso de la música.
Julio nos atrapa en las notas musicales de
Vivaldi para presentarnos sus mensajes de director, pensamientos y sus
anécdotas aleccionadoras. Como aquella donde
nos relata como aquel Director Regional intentó desvalorizar el Programa
Musical. Los invito a que la lean, está titulada “Oiga Mister acá entre no…”
Julio con sus metas bien trazadas lideró el
proyecto educativo modelo que catapultó a la Escuela Paoli. Implantó me parece
a mí, tres aspectos fundamentales: el aspecto organizativo-administrativo, aquí
nos señala el maestro Ortiz “Era difícil porque el Departamento de Educación
siempre ha pensado que las Escuelas Libre de Música son escuelas regulares.
Tuve muchas fricciones, pero al final, tomaba mis decisiones”, y cuando ustedes
lean el libro van a encontrar las novedosas iniciativas para la obtención de fondos y mejorar las
instalaciones física del plantel, recursos y condiciones adecuadas de trabajo. Mando
a construir atriles de hierro para que
ninguno de sus estudiantes se quedara desprovisto.
En la fase formativa-artística utilizó todo
las herramientas a su disposición para adelantar la propuesta educativa musical
y artística de la escuela. Quien mejor que el para expresarlo cuando nos dice
“nuestro equipaje contaba con el talento, amor por la enseñanza, compromiso
profesional, la buena fe, la actictud correcta y la milla extra”.
La tercera clave de su éxito descansa en la
plena integración de su entorno, es decir una comunicación directa con la
comunidad. Todo concertado a través de una gama de actividades y eventos de intercambio y cooperación. Julio como líder
excelente supo ganarse el respaldo de la comunidad y con su atinado engranaje de la estructura
administrativa logró echar hacia adelante el proyecto formativo y artístico de
la Escuela con los resultados que todos conocemos.
Julio nos dice lo siguiente “cuando un
educador ha contribuido en la fundación, formación y efectiva administración de
determinada escuela por 38 años, se
enfrentará a situaciones emocionales intensas y encontradas. Tendrá que
retirarse voluntariamente de la misma, si es que quiere sobrevivir como un
ciudadano más o menos normal por el resto de su vida”.
Es decir que Julio se acogió honrosamente a
su jubilación con la plena satisfacción de su deber cumplido. Enhorabuena,
Julio gracias por tu valioso legado.
[1] Véase la ley para denominar el Anfiteatro de la Escuela de Música
“Antonio Paoli”de Caguas como Profesor Julio César Ortiz García. En http://www.lexjuris.com/lexlex/Leyes2007/lexl2007028.htm
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