domingo, 2 de noviembre de 2014

Reseña a Reminisueño


Prof.Félix Báez Neris
Vicepresidente Centro Cultural
Dra. Antonia Sáez de Humacao



Desde mi apreciativa mirada a la obra Reminisueño  del maestro Julio César Ortiz,  les diré que la describo como  una reflexión necesaria y atinada.  Una reflexión centrada en una rica experiencia documentada sobre el programa educativo musical puertorriqueño. Es una lectura refrescante como un oasis dentro de la vorágine en que se encuentra el actual sistema educativo. 

Y me parece a mí que el  objetivo fundamental de la obra es levantar, presentar, anunciar, revelar, demostrar que si es posible concretizar una filosófica de la educación musical puertorriqueña transformadora. Julio lo puede evidenciar  con fundamentos y lineamientos prácticos y teóricos sustentados, ya que desde su larga y fructífera jornada como director de la Escuela Libre de Música de Caguas la fraguo con notabilísimo éxito. 

Julio entendió y luchó contra la marginalización del Programa Musical dentro del Departamento de Educación. Desde que inició en el magisterio, luchó contra la inercia tradicional  que mira de manera desvalorativa  la educación musical. Solo es considerada como una simple asignatura.  

Julio nos señala que en primer lugar siempre está agradecido de esa ayuda espiritual inequívoca. Bebió de las enseñanzas y sapiencia  de sus  maestros “Tilo” Cruz y  “Mister” Duclerc. Se crio y formó en una época dura de mucha pobreza material pero de mucha riqueza espiritual y social. Es un ejemplo de superación que supo siempre hacia donde estaba su norte. Viste orgullosamente su traje hecho de talento, laboriosidad, creatividad, sacrificio y dedicación. 

Como bien se reseña en su semblanza  y cito “Implantó un plan de trabajo para formalizar la labor docente. Departamentalizó y diversificó los ofrecimientos de la escuela. Se crearon 25 agrupaciones. De siete maestros que eran cuando comenzó de director, aumentó a 38, y de 90 estudiantes a 1,200”[1].  Como director de la Escuela Paoli por 43 años y 11 meses, promoviendo la metamorfosis de este centro de enseñanza”. La Escuela Paoli se convirtió en una de las mejores, más modernas y sofisticadas de los centros musicales del país. 

Una frase suya puede describir su tenacidad “el maestro de música tiene que funcionar como un general” Como bien lo hizo él que supo romper las barreras del prejuicio, incomprensión y dedicación en consecución de sus metas.  

En su reflexionar nos lleva por el pentagrama musical para que conozcamos, apreciemos e identifiquemos las notas, reconozcamos los patrones rítmicos y podamos leer  música con fluidez y hasta las corcheas con sus respectivos silencios. Con ese sonido armónico nos lleva por las interioridades de la pedagogía musical de manera magistral.  Hay que ser capaz de reconocer y  valorar las competencias. Hay que tener las herramientas de la perseverancia, estoicismo y luchar con tenacidad. Y es entonces comenzaremos a entrar al mundo maravilloso de la música. 

Julio nos atrapa en las notas musicales de Vivaldi para presentarnos sus mensajes de director, pensamientos y sus anécdotas aleccionadoras. Como aquella  donde nos relata como aquel Director Regional intentó desvalorizar el Programa Musical. Los invito a que la lean, está titulada “Oiga Mister acá entre no…”  

Julio con sus metas bien trazadas lideró el proyecto educativo modelo que catapultó a la Escuela Paoli. Implantó me parece a mí, tres aspectos fundamentales: el aspecto organizativo-administrativo, aquí nos señala el maestro Ortiz “Era difícil porque el Departamento de Educación siempre ha pensado que las Escuelas Libre de Música son escuelas regulares. Tuve muchas fricciones, pero al final, tomaba mis decisiones”, y cuando ustedes lean el libro van a encontrar las novedosas iniciativas para  la obtención de fondos y mejorar las instalaciones física del plantel, recursos y condiciones adecuadas de trabajo. Mando a construir  atriles de hierro para que ninguno de sus estudiantes se quedara desprovisto. 

En la fase formativa-artística utilizó todo las herramientas a su disposición para adelantar la propuesta educativa musical y artística de la escuela. Quien mejor que el para expresarlo cuando nos dice “nuestro equipaje contaba con el talento, amor por la enseñanza, compromiso profesional, la buena fe, la actictud correcta y la milla extra”. 

La tercera clave de su éxito descansa en la plena integración de su entorno, es decir una comunicación directa con la comunidad. Todo concertado a través de una gama de actividades y eventos  de intercambio y cooperación. Julio como líder excelente supo ganarse el respaldo de la comunidad y  con su atinado engranaje de la estructura administrativa logró echar hacia adelante el proyecto formativo y artístico de la Escuela con los resultados que todos conocemos. 

Julio nos dice lo siguiente “cuando un educador ha contribuido en la fundación, formación y efectiva administración de determinada escuela por 38  años, se enfrentará a situaciones emocionales intensas y encontradas. Tendrá que retirarse voluntariamente de la misma, si es que quiere sobrevivir como un ciudadano más o menos normal por el resto de su vida”.  

Es decir que Julio se acogió honrosamente a su jubilación con la plena satisfacción de su deber cumplido. Enhorabuena, Julio gracias por tu valioso legado.




[1] Véase la ley para denominar el Anfiteatro de la Escuela de Música “Antonio Paoli”de Caguas como Profesor Julio César Ortiz García. En http://www.lexjuris.com/lexlex/Leyes2007/lexl2007028.htm

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