Sra. Bartola Rodríguez |
Prof. Félix Báez
Neris
Vicepresidente del
Vicepresidente del
Centro Cultural
Dra. Antonia Sáez de Humacao
Durante los pasados cien años Humacao ha marchado consecuente con los acontecimientos del país. A principios de siglo XX la excelsa maestra Antonia Sáez nos describe la ciudad de manera impecable; “por estos años era Humacao una bella ciudad señorial, de vida apacible, un tanto monótona, pero noble. Situada en espléndido valle, doblemente circundada: a su horizonte de colinas de variadas formas y matices se anticipaba la linde, que como cinturón multicolor, ceñía la ciudad, las casaquintas que la rodeaban[1]. El amigo Pedro J. Dávila Poupart nos acaba de regalar un poema donde describe geográficamente a Humacao como una ciudad atrincherada por la naturaleza.;
“Aparentando un campo de batalla,
Humacao esta listo a combatir,
Amurallado por todos los costados
Montañas grandes, desafiantes
Árboles derechos, cual fieles soldados
Siempre están alerta, listos a servir”.
A esa apacible Ciudad le seguiría una construcción de edificios hermosos como el Teatro Victoria que vino acompañar el hermoso edificio sede del Centro Cultural de Humacao convirtiéndose en el rostro más emblemático. Ambos edificios, hoy esperan por el acto de justicia gubernamental y ciudadana para su restauración.
Los años treinta y cuarenta fueron muy duros y marcado por la gran depresión que estalla en 1929 y por los embates de los huracanes San Felipe y San Ciprián. La década del cuarenta se caracteriza por el periodo de la guerra mundial.
Los arrabales se esparcían como cinturones que abarcaban al casco urbano. La Marina[2], la Vega, El Placer, San Ciriaco, Trujillo por mencionar algunos. Pero las personas de esa época la recuerdan con nostalgia porque en medio de la pobreza se disfrutaba de una rica convivencia social muy grata. Las casas por lo regular eran bien pequeñas, construidas de madera muy frágiles. No había cupones por lo que había que procurarse el sustento, no había televisión, así que apenas se iba a la casa a dormir. El amigo Miguel Beltrán nos relata que las casas en la Marina quedaban tan pegadas que las vecinas se pasaban los platos de una ventana a la otra.[3] El pueblo esta vivo, la plaza era el punto de encuentro. En esa época había sectores en Humacao que eran hervideros humanos donde casi no se dormía.[4]
Por su parte el entrañable amigo Salvador Abreu nos dijo; “ en estos sectores se daba una rica actividad gregaria. “La desaparición de los arrabales destruyó una forma de vida que no volverá a repetirse. Eran aquellos lugares los que daban sabor y sentido a la vida citadina. A partir de estonces el concepto de unidad comenzó a diluirse, cosa que genera la perdida de identidad que se percibe en el conglomerado” [5]
Durante las décadas del 30, 40, 50 hasta el 60 la diversión principal consistía en ir a la plaza a disfrutar de las retretas. La ciudad se privilegió de contar con familias musicales de la altura de Los Peña y Duclerc por solo mencionar algunas. El amigo Luis F. Mojica nos describe el escenario de manera especial; “A las retretas ofrecidas los domingos en la noche, parecía acudir todo el pueblo. Había veces que en aquella gran plaza humacaeña no había donde sentarse. Aún los bordes de las cuatro fuentes se ocupaban. La comunidad gustaba con delirio aquella música, que tocaba la Banda de Humacao, dirigida por el maestro Duclerc, desde los vecinos de los arrabales, el Padre Rivera, el Alcalde, hasta don Agripino Roig”.[6]
“Todas las casas frente a la plaza eran residencias. Una vez terminada la cena todos se movían a dar vueltas por la plaza y el atrio en tanto llegaba la hora de dormir, lo cierto es que allí se respiraba una gran hermandad que era algo admirable.”[7]
La plaza era el ambiente propicio para separar la esquina caliente para las tertulias, o mirar detenidamente a las bellas jóvenes que circunvalaban los alrededores llenas de alegrías, o de trasladarse ver las películas a los teatros Victoria y Oriente. Se disfrutaba de las ofertas en las fuentes de sodas y de los innumerables vendedores típicos con sus pregones.
En la década del treinta y del cuarenta había en el pueblo de Humacao un sinnúmero de pregoneros que vendía sus productos a sus compueblanos. La variedad de productos y de pregoneros es meritoria de estudio[8]. La situación económica movía a estas personas que se convirtieron una especie de personajes pueblerinos con los cuales el pueblo se identificaba y apreciaba.
Los pregoneros ocuparon un lugar especial en ese escenario social que vivió la ciudad de Humacao. La necesidad económica de los pregoneros los llevó a impartirle ese toque característico y especializado tanto en la elaboración de su producto como en la manera de promocionarlo[9]. Entre los productos que se vendían en el pueblo se destacan La sopa borracha, el pudín, el gofio, la menta, la pepita de pana, la arepa, maní tostado, pasteles, lechón, y una rica de variedad de dulces y golosinas[10]. La Dra. Antonia Sáez recuerda en su libro a doña Juana Tolentino con las ventas de almojábanas de arroz y maíz, con su cuadrito de queso[11].
Uno de los vendedores favoritos del pueblo lo fue don Vicente “Vice” que de acuerdo a la información que se ha provisto su apellido era Vázquez o Cruz. Don Vice se cree que era oriundo de San Tomas o Santa Cruz y residía en el sector Trujillo y con su arte culinario gesto la formula de la riqueza del grano humacaeño. Su figura imponente recorría la ciudad de punta a punta con sus exquisitas frituras confeccionadas especialmente con harina de arroz y un suculento pedazo de queso. Estas deliciosas frituras son atrayente por su aspecto y sabor, crujiente por fuera y cremoso y suave por dentro. Esa particularidad lo hizo el preferido y predilecto al paladar de los humacaeños.
El amigo Dr. Miguel A. Beltrán que ha realizado unas investigaciones minuciosa de la historia del grano nos dice “ Continúo la investigación y la señora Lucy Cruz me informa que ella recuerda a don Vicente haciendo los granos en la calle Juan Peña Cruz (Trujillo)…pero había otro matrimonio en Trujillo, entre la calle Juan Peña Cruz y Rotario: Leoncio Mercado y su esposa Marina, quienes hacían competencia. También la señora Gózala Marrero, quien residía en la Barriada Obrera vendía granos y Carmelo Cruz le ayudaba, en unión a los hijos de ésta en la venta de tan rico manjar. Visito a Bartola Rodríguez, actual dueña de la fábrica y me informa que Vicente (El Negrito) le vendió a Carmelo Cruz (hermano de Fausto esposo de Bartola).
Carmelo decide emigrar a los Estados Unidos y le vende “los arneses” a Fausto. Fausto y Bartola comienza a operar la venta de granos desde la Barriada la Marina.”[12]
El acelerado proceso de industrialización que se inició en la década del cuarenta trajo consigo propuestas novedosas que trastocaron la vida social del pueblo. El efecto se sintió de inmediato en la vitalidad de la actividad social en que vivió el pueblo. A finales de la década del cincuenta se inicia el proyecto para la desaparición de los arrabales con el advenimiento de proyectos de construcción de las urbanizaciones y los residenciales públicos.
En el 1959 nos recuerda nuevamente Abreu “la Corporación de Renovación Urbana y Vivienda trazó para eliminar esos arrabales. Para ello se adquirió tierras en el sector llamado Junquito. La inundación de 1960 abrevió el desplazamiento de dichos lugares, facilitando a su vez el nacimiento de otra área residencial—Patagonia.
La década del sesenta
El inicio de la década del sesenta marca trágicamente a la ciudad de Humacao. El 6 de septiembre las aguas del río de Humacao se salieron de sus cauces provocando una inundación que asoló los sectores donde se ubican los arrabales. Cientos de humacaeños fueron arrastrados por las aguas en la oscuridad de la noche. La muerte, la desolación y el dolor marcaron la vida del pueblo humacaeño. En un hecho sin precedentes cientos de humacaeños fueron enterrados en fosas comunes. Hoy la Asociación de Los Pinos Patagonia lucha por que se levante un monumento para honrar la memoria de las víctimas de esta tragedia.
Ante los eventos de esta tragedia el gobierno construyó un sistema de vivienda para las personas que perdieron la sus hogares a causa de la inundación. La comunidad que surgió se conoce como Patagonia.
Surge la empresa familiar Granos de la familia Cruz Rodríguez
Una de las familias que sobrevivió a esta tragedia de 1960 lo fue la familia Cruz Rodríguez. Esta familia conoció bien de cerca a don Vicente. Establecen una linda amistad y se incorporan de inmediato en la venta de granos como manera de obtener su sustento de vida.
A raíz de perdida de su hogar en la tragedia de las inundaciones del sesenta se acogieron al plan gubernamental y obtuvieron un hogar en Patagonia. La familia continuó con la preparación de los granos para la venta en su nueva residencia.
La familia se vio precisada aumentar la producción de los granos por la demanda del producto. Paulatinamente fueron incorporando a sus hijos y posteriormente a sus nueras. De esta manera surge la empresa familiar Granos de Humacao.
Doña Bartola enviudo y tuvo que enfrentar los retos de asumir el liderato de la pequeña empresa familiar. Con tesón y lucha sobrevivió a los embates de la globalización con su formula criolla. Ella jefa de familia decidida impartió su personalidad y particularidad propia. Estableció con tenacidad, el control, dedicación y dirección de su empresa involucrando a los miembros de la familia.
Levantó la empresa de Los Granos de Humacao paso a paso ofreciendo con mucho cariño un producto distintivo de la ciudad de Humacao. Su experiencia empresarial la obtiene en la marcha con el arduo trabajo operando desde la base comunitaria familiar.
Friendo y comiendo
La preguntamos a Doña Bartola lo siguiente ¿Por qué el nombre de grano? Y de inmediato nos respondió “al principio cuando vendíamos a los clientes nos decía porque no llamar grano a ese producto elaborado con harina de arroz. Así fue surgió el nombre”.
El nombre es muy importante porque logra diferenciarlo de la tradicional almojábana que se producen en otros pueblos y que se parecen a los granos. La diferencia nos dice Doña Bartola esta en la receta. Los granos se preparan de la siguiente manera
· Se calienta bien el agua en unos utensilios y envases especiales.
· En los envases grandes se echa la manteca.
· Se le echa la harina de arroz que se muele especialmente para este propósito.
· Se mueve la masa de harina de arroz con una paleta especial.
· Se le añade la sal.
· Sé amaza dándole la forma y se le añade un pedazo de queso.
· Se fríen en la manteca bien caliente o se preparan cajita con los granos sin freír.
La línea de Producción.
Las hijas, nietas y nuera de doña Bartola comienzan las operaciones de la empresa familiar Granos de martes a sábado a partir de 1:00 pm hasta aproximadamente la 12 de media noche. A partir de las 12:00 de la media noche don Alcidez Cruz y su esposa Rosa se encargan de freírlos, claro, luego de que cuatro generaciones de mujeres de la familia Rodríguez les confeccionan. Ellas son: Lina y Lydia Rodríguez, Wanda Robles, Iris Collazo; Maggy, Catherine y Lucy Cruz, y Milagros. Se dividen la tarea que consiste en preparar la harina de arroz, preparar la masa, y preparar los granos con su apariencia distintiva, así como colocar en las cajas de granos crudos para la venta. Durante el proceso se vela porque la maza consiga la textura adecuada para que el producto final sea el rico grano que todos degustamos con tanto sabor.
Desde la 12:00 de la noche comienza la gente del pueblo a procurar los granos en el local ubicado en Patagonia. Es muy frecuentado en temprana horas de la madrugada, en busca del preciado grano. La experiencia de comer granos calientito después de una noche de jarana es una rica tradición entronizada en nuestro pueblo.
La línea de ventas
Las labores continúan entonces para los cuatro vendedores de granos de la empresa que llenan sus carritos desde la 4:00 de la mañana para salir a la venta en los diversos puntos estratégicos del pueblo. Uno de los carritos se ubica frente a la plaza del Mercado, otro se ubica frente a la escuela Ana Roque, otro se estaciona frente al establecimiento de comida rápida “Burger King” lanzándole un reto comercial y dejándole saber su aceptación del pueblo y el cuarto carrito se estaciona frente a la Alcaldía de Humacao.
Una vez, llegan los carritos a sus lugares de venta, se forman las filas de personas, para adquirir el rico grano que le da sabor a la mañana del pueblo humacaeño. Al despertar el día los vecinos que llegan al pueblo se contagia con el sabor de los granos y compran para llevar a sus casas. A partir de las 9:00 de la mañana los carritos regresan vació completando la jornada de una hermosa tradición humacaeña. La venta de los granos posibilita el sustento de varios hogares humacaeños. Usted puede comprar por un precio razonable la cajita de granos cruda o llevarse una bolsita de papel con ricos granitos para merendar.
Conclusión
Comer granos con café es uno de los hábitos cotidianos que más disfrutamos y atesoramos en el pueblo humacaeño. Nos interpela a la familiaridad y sabor de gregario de pueblo. Los granos no evocan gratos momentos de familiaridad.
El detenerte en la mañana para saborear un rico grano da la oportunidad a los humacaeños/as de encontrarse con sus amigos y familiares del pueblo. Con el fraternal saludo nos confundimos con el pueblo para saludar la llegada de un nuevo día de jornada.
Otros, ciudadanos en ocasiones incluyéndome llegamos en ocasiones, a la empresa familiar de los Granos, a temprana horas de la madrugada, en busca de ese granito que le cultive el alma y le ayude conciliar los sueños y las esperanzas.
La empresa familiar Granos ubicada en Patagonia merece la admiración y el respeto de todos porque es distintiva y emblemática de nuestra a nuestra Ciudad. La empresa mantiene viva la memoria de unos valores culturales que nos distinguen como pueblo y que debemos cultivarlos y preservarlos.
Nuestra felicitación a la familia Cruz Rodríguez por su sentido de responsabilidad y compromiso con su empresa. Su labor hace posible el sello emblemático de un producto que nos distingue con profundo orgullo reconociéndosenos como la Ciudad de los Granos.
[1] Sáez Antonia (1967). Caminos del recuerdo. San Juan, PR:
ICP.
[2] Abreu Vega nos dice que ya
para 1850 existían los arrabales El Placer y la Vega. La Marina surgió a
finales del siglo pasado. San Ciriaco surgió en el 1904.
[3] Beltrán Miguel. Cuentos de la
Marina y otros cuentos callejeros.
[4] Abreu Vega, Salvador. (1984).
Apuntes para la historia de Humacao.
[5] Abreu Vega, Salvador. Apuntes
para la historia de Humacao. 1984.
[6] Mojica Sandoz, Luis F. Semblanza
de Francisco Paco Duclerc.
[7] Abreu Vega op cit p. 260
[8] Los trabajos de Antonia Sáez en su
libro Caminos del recuerdo nos recrean la riqueza de estos pregoneros en
nuestra ciudad.
[9] El Prof. Pedro Dávila Poupart
recoge en sus escritos el estilo particular de cómo se anunciaban los
pregoneros por el pueblo para vender sus productos.
[10] En mis conversaciones con el
entrañable amigo Salvador Abreu me relato los productos los tipos de producto
que se vendían en el pueblo. Además, me
señaló que su abuela le preparaba granos para consumo del hogar.
[11] Antonia Sáez, Op. cit
[12] Véase el interesante artículo del Dr. Miguel A. Beltrán titulado La verdadera historia del grano en Humacao. Anales. Núm. (26)
2013 p. 49-50.