domingo, 25 de mayo de 2014

Simposio: Julia de Burgos me llamarán poeta



1545210_10202605736037849_6818823261639491587_nAunque Josemilio González expresara con gran tino que “Julia fue la perfecta desterrada”, observa desde 1985 el fenómeno ascendente en todas partes de la obra de Julia que la ha convertido inopinadamente en una figura “cenital”, como decía Juan Antonio Corretjer. El hecho incontrovertible es que Julia fue acogida con entusiasmo en Puerto Rico, tanto por el pueblo como por los intelectuales, desde antes de la publicación de su primer libro, como “novia del nacionalismo”. Su obra publicada en vida fue celebrada en todas partes y rápidamente reconocida allende los mares por figuras de la talla de Gabriela Mistral, Pablo Neruda y Juan Ramón Jiménez.
Su muerte causó conmoción, y un aluvión de reacciones. La revista Guajana le dedicó uno de sus primeros números. La revista Mairena, un número monográfico. El Ateneo Puertorriqueño, un congreso internacional en el 1992. Al lado de todo esto, homenajes de todas clases, desde pintores y teatreros, hasta el de Ballet de San Juan, la orquestación sinfónica de Leonard Bernstein, o la popularización musical realizada por Zoraida Santiago, los cubanos del Dúo Darias, y los españoles de la Discreta Academia que han realizado además una edición española de la poesía completa, entre muchos otros.
Manuel de la Puebla comentaba hace treinta años que “el impactante crecimiento” de Julia obligaba ya a ver a Julia “como mito en plenitud”. Josemilio González, en ese mismo entonces, concurría con de la Puebla, al señalar que era ya en esos años “un fenómeno impresionante”, mayor aun que el de Juan Antonio Corretjer. Y añadía: “Raras veces la angustia ha sido perforada con mayor eficacia expresiva”.
Quizás, amén del carácter entrañable y transparente de su verso, sea esa la clave del mito que ha convertido a Julia de Burgos en el gran altar de las querencias. Algunos roen aún esas expresiones que hemos llamado “leyenda negra”, absurda, que fue una de las causas de sus destierros y que es la antítesis de sus verdades sencillas: el amor, la solidaridad, la sed de justicia, la igualdad de géneros, su desdén hacia la urbanidad burguesa.
Julia intentó vivir en la utopía que forjaron sus aspiraciones sencillamente humanas, sencillamente de la clase de las inmensas mayorías. Y, desde luego, ese compromiso inquebrantable con la nación libre de Puerto Rico que le impuso, “con la tea en la mano”, la querencia ineludible con el pueblo dominicano durante la dictadura trujillista y con el pueblo español que luchaba contra el fascismo.
El resultado fue el choque y el descarrilamiento. Mas así como la derrota del Quijote no invalida sus ideales caballerescos y sus principios renacentistas, la muerte prematura de Julia tampoco cancela la utopía que fraguó en más de veinte surcos. Julia pervive en la memoria a través de innumerables destellos como el sueño entrañable de cielos estrellados.
Este año juliano del centenario de su natalicio hemos asistido con asombro a la eclosión de una onda que se expande y que rescata de este modo a Julia de todos los destierros. Tenemos la certidumbre de que esta expresión entrañable de amor fortalece la nación puertorriqueña. De esta suerte, a cien años de su natalicio y a medio siglo de su muerte, Julia de Burgos le sirve más que nunca a la patria.
La Universidad de Puerto Rico en Humacao, en colaboración con la Comisión Nacional del Centenario de Julia de Burgos, con el grato recuerdo de Congreso Internacional Julia de Burgos auspiciado por el Ateneo Puertorriqueño en el 1992, y en perfecta armonía con los pueblos que la cantan, organiza el SIMPOSIO “Me llamarán poeta” a celebrarse en el recinto de Humacao de dicha universidad a principios de febrero de 2015 como cierre del AÑO JULIANO.
Convocamos por este medio a todos los interesados, sean académicos, poetas, historiadores o artistas, a interpretar el fenómeno. Infórmenos de su intención a la siguiente dirección: marcos.reyes@upr.edu.

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