miércoles, 9 de abril de 2025

Programa dedicado a Ramón Emeterio Betances

En este episodio especial de Por la Vereda Cultural, el profesor Félix Báez Neris conmemora el natalicio del prócer Ramón Emeterio Betances, figura clave en la historia de Puerto Rico y luchador incansable por la libertad y la justicia. Nos acompañan el Dr. Carlos Rojas Osorio y el historiador Orlando Hernández, quienes comparten su conocimiento sobre la vida, obra y legado de Betances, conocido como el “Padre de la Patria”.
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martes, 8 de abril de 2025

Programa dedicado al músico y compositor Rafael Hernández.

En este episodio especial, el Profesor Félix Báez Neris conversa con el músico Mariano Rodríguez sobre la trascendencia de Rafael Hernández más allá de Puerto Rico. Exploramos cómo reconocidos artistas internacionales han interpretado sus composiciones, llevando su legado musical a diversas partes del mundo. Haga Click aqui para escucharlo.

entrevista a los músicos Raymond Ramírez y Marianito Rodríguez.

En este episodio de Por la Vereda Cultural, el profesor Félix Báez Nerys recibe a los destacados músicos Raymond Ramírez y Marianito Rodríguez para una conversación sobre su trayectoria y aportes a la música en Puerto Rico. Raymond nos habla sobre su recorrido en la música popular y el jazz, su formación en el Conservatorio y su experiencia tocando con leyendas como Roberto Roena, Ismael Miranda y Willy Rosario. Además, nos adentramos en el arte de la lutería y su labor en la construcción y reparación de instrumentos. Junto a Marianito, exploramos la importancia del jazz y el impacto de la educación musical en las nuevas generaciones. ¡Un episodio lleno de historia, talento y pasión por la música!


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A la memoria de Andrés Delgado Ubiles.

 A la memoria de Andrés Delgado Ubiles.

Félix Báez Neris
Profesor jubilado de la UPRH
Contemplando el sol radiante

al salir por la mañana
de noche la luna emana
produce muy elegante
luz y sombra fascinante
sin motor y batería
se mueven con energía
de ese padre celestial
de modo muy especial
doy al mundo alegría.
Andrés Delgado Ubiles
Nació el 4 de febrero de 1940 en Humacao. Su familia fue una numerosa de catorce hermanos. Estudió en las escuelas públicas de su pueblo. Hizo un bachillerato en educación física de la Universidad del Turabo. “Desde muy joven aprendió a trabajar la tierra sembrando distintos tipos de plantas y productos agrícolas del país”. Fue un agricultor apasionado.
Hombre luchador y trabajador incansable. Fue poeta, escritor, agricultor, albañil y maestro. Le tocó vivir en una época dura y adversa. Me contaba que se la jugaba con cualquiera colocando los bloques. Trabajó en muchos proyectos de construcción importantes. Se desempeñó como albañil tanto en Puerto Rico como en Estados Unidos. Sus anécdotas como obrero en la construcción son dignas de contarse.
Andrés fue un amante incondicional de la música típica. Le apasionaba cantar y trovar. Participó como jíbaro “aguzao” con mucha valentía en infinidad de concursos de trovadores en el Festival de la Pana en el barrio Mariana.
Fue un conversador nato, jocoso y gran observador. Regalaba un consejo a la menor provocación. Contemplaba con agudeza las situaciones sociales y no se quedaba callado ante las injusticias, haciendo los reclamos que fueran necesarios. Sus planteamientos estaban cargados de resistencia y afirmación defensora de las poblaciones pobres y vulnerables. Su voz se escuchaba fuerte y firme con frecuencia en las emisoras de radio en el pueblo de Humacao.
Su pluma era valiente y con su ingenio rindió un merecido tributo a su pueblo y a su gente. Su obra literaria dibuja de manera particular una buena parte del acontecer pueblerino. La efervescencia de esas letras se recoge en su libro Poemas, anécdotas y algo más. Plasma en décimas sus pensamientos y dedicatorias a sus amistades. Además, cuenta los consejos de buen agricultor, así como los sucesos que él escuchó y vivió en la cotidianidad.
Como bien señala su amigo Pedro Sánchez en el prólogo de su libro; “Su propósito fue dejar un legado de vida a la próxima generación. Es otra forma de apostar a la vida y a su gente. Andrés, nunca se rinde ante los retos y obstáculos que encuentra en su caminar. Se abrió paso en la vida dentro de un entorno difícil, pero no imposible para él, que le permitió alcanzar cada objetivo trazado.”
Andrés tenía una filosofía de vida que muchos no comprendían. Vivió apegado a su finca, al contacto con la naturaleza y a su entorno. Sabía apreciar el tiempo y los disfrutaba a plenitud, sin reparo para lamentos. Conoció la soledad y lidió con ella. Sus diálogos nos llevaban al pasado con su genio, afectos, deseos, gustos y necesidades. Por tal motivo tuvo la empatía para escuchar a sus semejantes y provocarle una sonrisa con la ocurrencia de un relato. Lograba de manera magistral capturar la atención e imaginación del oyente.
Es cierto, su partida física deja unas huellas imborrables en la memoria colectiva de las personas que lo conocieron y apreciaron su amistad. Ya no verán su emblemática figura caminar por las calles del pueblo. Su ausencia se sentirá con la nostalgia del sentir y el pasar del tiempo.
Vuela alto, apreciado amigo.