Por la Vereda Cultural- Música de Cuartetos - Victoria 840 | Podcast on Spotify
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Bar Delicias |
Bohemia Restaurante El Lirio, año 1959 |
Esta vellonera perteneció a Rodríguez . Luego paso a manos de Tito OrJulito tiz y este se la regaló a Juan Delgado
Esta vellonera perteneció a Julito Rodríguez. Luego paso a Tito Ortiz y este se la regaló a Juan Delgado.
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Mañana dominical frente al bar el Veterano.
La época romántica de las velloneras en Humacao.
Félix Báez Neris
Profesor Jubilado de la UPRH
La vellonera goza de una romántica
historia en la sociedad puertorriqueña. Las primeras velloneras marca Wurlitzer
llegaron a Puerto Rico a principios de los años 30. El origen de la vellonera está directamente
relacionada con los discos. El profesor Luis Reinaldo Álvarez nos recuerda que
el primer sistema de registro de sonido
se hizo con un cilindro de cobre y después con un cilindro de cera. El cilindro
giraba e iba captando la onda. Luego se ingeniaron los diseños de los discos
tamaño setenta y ocho, los cuarenta y cinco
y finalmente los treinta y tres. Se hizo
preciso idear un mecanismo para que las personas pudieran seleccionar el disco
de su predilección dando origen a la creación de la vellonera.
En
1933 Farny
Wurtlitzer, el hijo menor de la empresa Wurtlitzer, adquirió
la patente del mecanismo de una caja de música. El año siguiente en 1934 hace su primera caja de música modelo A 12-play. Su nombre se debe a que
cuenta con 12 discos de 78 revoluciones por minuto. En 1954 Rock-ola vuelve a
la producción de cajas musicales y lanza su modelo 1438. Para entonces ya
se podían seleccionar 120 temas en 60 discos de 45 revoluciones por minuto.
Modelo mucho más liviano que el anterior de 78 Revoluciones por minuto. (https://www.videorockola.com).
Uno de los pocos
especialistas y técnicos en arreglo de vellonera, Hipólito (Polín) Rosado nos
señala que las velloneras originales funcionaban introduciéndole una moneda (un
vellón) de ahí que en Puerto Rico y República Dominicana las llamemos
velloneras. Como parte de su labor para
arreglarlas revisa entre otras partes; teclado
numérico, monedero, amplificador, los motores, Crossover, el carrusel donde están los discos así como el resto de su
mecanismo que propicia el funcionamiento. Resalta la forma de caja que antes eran muy elegantes por su madera.
Indicó que los primeros discos fueron
los de 78 revoluciones y eran muy frágiles ya que eran de carbón luego fueron
sustituidos por los de vinilo. Tenía un costo de $.50.
La primera vellonera que llegó a Humacao fue una “Wurlitzer” en el año 1937. La
ubicaron en el restaurante Molino Rojo que se encontraba en la primera planta
del emblemático Teatro Victoria. El propietario del local era el Sr. Modesto López
de acuerdo a lo que reseña Luis R.
Cuadra. La vellonera tuvo una gran acogida y se ocupó un lugar selecto en lugares favoritos y preferidos de la
comunidad como, el Restaurant
el Lirio, Bar el Veterano, Restaurant Borinquen, Peryos Bar, Fuentes de
Soda Plaza, Bar de Tomás García y Bar de Juan Soto entre otros. Los jóvenes humacaeños enamorados solían visitar
estos establecimientos y se apropiaban de
la vellonera echándole el vellón para disfrutar de las canciones
románticas dedicadas a sus enamoradas o para disipar el dolor que causaba un
desamor. Las velloneras gozaron de su
fama desde la década del 1930-1950 y hasta 1970). La mayoría de las velloneras encabezaban su
lista con el disco La última copa y
las melodías predilectas tenían su número asignado que los jóvenes ya se sabían
de memoria.
El músico y coleccionista Juan Delgado señala que entre
los artistas predilectos para esta época se encontraba; José Antonio Salamán,
Luis Lebrón, Claudio Ferrer, el Trío Vegabajeño, Trío San Juan, Vicentico
Valdes y por supuesto “Felipe
"La Voz" Rodríguez que fue un ídolo de todos los tiempos, hombre del
disco y la voz de oro, rey de vellonera, su música y su recuerdo vivirán para
siempre”. (Ambert, C:1999).
Cuando Humacao era grande había muchos establecimientos abiertos hasta la
madrugada. La música romántica de las velloneras invitaba a la alegría por la
vida y cubría con sus anchos silencios de sol y pensativas noches a la ciudad
musical.
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