viernes, 28 de julio de 2023

La época romántica de las velloneras en Humacao.

Bar Delicias



Bohemia Restaurante El Lirio, año 1959




Esta vellonera perteneció a Rodríguez . Luego paso a manos de Tito OrJulito tiz y este se la regaló a Juan Delgado

Esta vellonera perteneció a Julito Rodríguez. Luego paso a Tito Ortiz y este se la regaló a Juan Delgado.

 


Mañana dominical frente al bar el Veterano.   


 La época romántica de las velloneras en Humacao.


Félix Báez Neris
Profesor Jubilado de la UPRH

La vellonera goza de una romántica historia en la sociedad puertorriqueña.  Las primeras velloneras marca Wurlitzer llegaron a Puerto Rico a principios de los años 30.  El origen de la vellonera está directamente relacionada con los discos. El profesor Luis Reinaldo Álvarez nos recuerda que el primer sistema  de registro de sonido se hizo con un cilindro de cobre y después con un cilindro de cera. El cilindro giraba e iba captando la onda. Luego se ingeniaron los diseños de los discos tamaño setenta y ocho,  los cuarenta y cinco y finalmente los treinta y tres.  Se hizo preciso idear un mecanismo para que las personas pudieran seleccionar el disco de su predilección dando origen a la creación de la vellonera.

En 1933 Farny Wurtlitzer, el hijo menor de la empresa Wurtlitzer, adquirió la patente del mecanismo  de una caja de música.  El año siguiente en 1934 hace su primera caja de música modelo A 12-play. Su nombre se debe a que cuenta con 12 discos de 78 revoluciones por minuto.  En 1954 Rock-ola vuelve a la producción de cajas musicales y lanza su modelo 1438. Para entonces ya se podían seleccionar 120 temas en 60 discos de 45 revoluciones por minuto. Modelo mucho más liviano que el anterior de 78 Revoluciones por minuto.  (https://www.videorockola.com).

 

Uno de los pocos especialistas y técnicos en arreglo de vellonera, Hipólito (Polín) Rosado nos señala que las velloneras originales funcionaban introduciéndole una moneda (un vellón) de ahí que en Puerto Rico y República Dominicana las llamemos velloneras.  Como parte de su labor para arreglarlas revisa entre otras partes; teclado numérico,  monedero, amplificador, los motores,  Crossover, el carrusel donde están los discos así como el resto de su mecanismo  que propicia el funcionamiento. Resalta la forma de caja que antes eran muy elegantes por su madera. Indicó que los primeros discos  fueron los de 78 revoluciones y eran muy frágiles ya que eran de carbón luego fueron sustituidos por los de vinilo. Tenía un costo de $.50.

La primera vellonera que llegó a Humacao fue una “Wurlitzer” en el año 1937. La ubicaron en el restaurante Molino Rojo que se encontraba en la primera planta del emblemático Teatro Victoria. El propietario del local era el Sr. Modesto López de acuerdo a lo que reseña  Luis R. Cuadra.
La vellonera tuvo una gran acogida y se ocupó un lugar selecto  en lugares favoritos y preferidos de la comunidad  como,  el Restaurant  el Lirio, Bar el Veterano, Restaurant Borinquen, Peryos Bar, Fuentes de Soda Plaza, Bar de Tomás García y Bar de Juan Soto  entre otros.  Los jóvenes humacaeños enamorados solían visitar estos establecimientos y se apropiaban de  la vellonera echándole el vellón para disfrutar de las canciones románticas dedicadas a sus enamoradas o para disipar el dolor que causaba un desamor.  Las velloneras gozaron de su fama desde la década del 1930-1950 y hasta 1970).  La mayoría de las velloneras encabezaban su lista con el disco La última copa y las melodías predilectas tenían su número asignado que los jóvenes ya se sabían de memoria.

El músico y coleccionista Juan Delgado señala que entre los artistas predilectos para esta época se encontraba; José Antonio Salamán, Luis Lebrón, Claudio Ferrer, el Trío Vegabajeño, Trío San Juan, Vicentico Valdes  y por supuesto  “Felipe "La Voz" Rodríguez que fue un ídolo de todos los tiempos, hombre del disco y la voz de oro, rey de vellonera, su música y su recuerdo vivirán para siempre”. (Ambert, C:1999).

Cuando Humacao era grande había muchos establecimientos abiertos hasta la madrugada. La música romántica de las velloneras invitaba a la alegría por la vida y cubría con sus anchos silencios de sol y pensativas noches a la ciudad musical.